Pellizas son negocio que tiene ya 40 años
Por evelyn irrizarry
Las llamadas pellizas, cuyos colores llaman la atención desde hace 40 años en la autopista Duarte, se han convertido con sus diferentes formas a través del tiempo en una de las principales mercancías que se comercializan en la vía. Estas peculiares alfombras han traspasado las fronteras de Quisqueya, de la mano de los turistas que las compran para llevarlas a sus países de origen y adornar los espacios de sus hogares y oficinas.
Sus primeros modelos elaborados con saco y tela de franela, muchas veces de varios colores, producto de los retazos que sus primeros fabricantes recogían entre los desperdicios de las tiendas de tejidos, se remontan a más de cuatro décadas.
Por los años 70 eran comunes en los carros públicos, ya que los choferes las utilizaban para ir más cómodos en sus asientos. Estos las compraban en la calle y eran mayormente elaboradas por hombres.
Las pellizas dieron un giro gradual cuando la mano femenina intervino en su creación.
Por eso, en los últimos 12 años se ha incrementado su fabricación y algunos se han atrevido a innovar su diseño, obteniendo excelentes resultados.
Una que no se conformó con la elaboración tradicional de las pellizas fue Idalsia Tejeda, conocida entre sus clientes como Maritza o la Reina de las Pellizas de Seda.
Ella recuerda que se trasladaba a La Vega a buscar retazos y la gente la tildaba de loca porque recogía disparates.
“Yo les decía, está bien, déjenme recoger los disparates y vamos a ver lo que sale de estos disparates. Quédense ustedes con lo bueno”, comenta Tejeda.
Fue así como comenzó a cambiar y a utilizar seda y satín, “la gente vio lo lindas que lucían y los suaves que resultaban para caminar sobre ellas, y les gustaron más”.
Esta mujer asegura que con la venta de las alfombras pudo construir su casa y el local del negocio, donde ha llegado a tener hasta 12 empleados.
Idelsa o Maritza no solo introdujo la seda para hacer las pellizas, sino que es una de las que ha fabricado las más grandes. “Luz García me pidió una de 82 sacos, era enorme y me pagó 36 mil pesos por ella”.
Entre sus clientes se encuentran extranjeros, en su mayoría italianos, “un italiano me pidió una de más de 4 metros color blanco y otro una en forma de ajedrez”.
En un recorrido por la Autopista Duarte, es común encontrarse con familias enteras trabajando en la fabricación de estas alfombras, pues el proceso de terminación es sencillo, aunque requiere de dominio y mucha práctica.
La señora Dora Pérez, lleva más de dos años en el negocio y aunque reconoce que hay tiempos buenos y malos, no se queja. “El que inició el negocio fue mi esposo y ahora hasta mi nieta de seis años sabe fabricarlas”, señala.
Quienes se dedican a fabricar pellizas cobran entre 125 y 150 pesos por cada una, las cuales a su vez son revendidas entre 200 y 2 mil pesos, dependiendo del tamaño.
Las pellizas, o alfombras de saco y retazos, no solo son adquiridas por los dominicanos, sino también por los extranjeros que se rinden ante su colorido y diversidad de formas.
Por evelyn irrizarry
Las llamadas pellizas, cuyos colores llaman la atención desde hace 40 años en la autopista Duarte, se han convertido con sus diferentes formas a través del tiempo en una de las principales mercancías que se comercializan en la vía. Estas peculiares alfombras han traspasado las fronteras de Quisqueya, de la mano de los turistas que las compran para llevarlas a sus países de origen y adornar los espacios de sus hogares y oficinas.
Sus primeros modelos elaborados con saco y tela de franela, muchas veces de varios colores, producto de los retazos que sus primeros fabricantes recogían entre los desperdicios de las tiendas de tejidos, se remontan a más de cuatro décadas.
Por los años 70 eran comunes en los carros públicos, ya que los choferes las utilizaban para ir más cómodos en sus asientos. Estos las compraban en la calle y eran mayormente elaboradas por hombres.
Las pellizas dieron un giro gradual cuando la mano femenina intervino en su creación.
Por eso, en los últimos 12 años se ha incrementado su fabricación y algunos se han atrevido a innovar su diseño, obteniendo excelentes resultados.
Una que no se conformó con la elaboración tradicional de las pellizas fue Idalsia Tejeda, conocida entre sus clientes como Maritza o la Reina de las Pellizas de Seda.
Ella recuerda que se trasladaba a La Vega a buscar retazos y la gente la tildaba de loca porque recogía disparates.
“Yo les decía, está bien, déjenme recoger los disparates y vamos a ver lo que sale de estos disparates. Quédense ustedes con lo bueno”, comenta Tejeda.
Fue así como comenzó a cambiar y a utilizar seda y satín, “la gente vio lo lindas que lucían y los suaves que resultaban para caminar sobre ellas, y les gustaron más”.
Esta mujer asegura que con la venta de las alfombras pudo construir su casa y el local del negocio, donde ha llegado a tener hasta 12 empleados.
Idelsa o Maritza no solo introdujo la seda para hacer las pellizas, sino que es una de las que ha fabricado las más grandes. “Luz García me pidió una de 82 sacos, era enorme y me pagó 36 mil pesos por ella”.
Entre sus clientes se encuentran extranjeros, en su mayoría italianos, “un italiano me pidió una de más de 4 metros color blanco y otro una en forma de ajedrez”.
En un recorrido por la Autopista Duarte, es común encontrarse con familias enteras trabajando en la fabricación de estas alfombras, pues el proceso de terminación es sencillo, aunque requiere de dominio y mucha práctica.
La señora Dora Pérez, lleva más de dos años en el negocio y aunque reconoce que hay tiempos buenos y malos, no se queja. “El que inició el negocio fue mi esposo y ahora hasta mi nieta de seis años sabe fabricarlas”, señala.
Quienes se dedican a fabricar pellizas cobran entre 125 y 150 pesos por cada una, las cuales a su vez son revendidas entre 200 y 2 mil pesos, dependiendo del tamaño.
Las pellizas, o alfombras de saco y retazos, no solo son adquiridas por los dominicanos, sino también por los extranjeros que se rinden ante su colorido y diversidad de formas.
0 comentarios:
Publicar un comentario