Por: E. García HERRERA
En ocasiones
he leído una serie de biografías sobre
José Arismendy Trujillo (Petán), que
lejos de llevar a la reflexión y a odiar a ese régimen vergonzoso, lo que produce son elogios y confusiones en
la psicología social de las masas.
Pero las nuevas generaciones deben conocer al otro
Petán: al falsificador de cheques, al
cuatrero, ladrón, y que sabiendo de la importancia del poder que da la
economía, creó una poderosa maquinaria
ganadera, exportadora, incursionando en la radio difusión y también adueñándose
a la brava de las mejores tierras del municipio.
Por eso, ya
para 1959 poseía 19, 712 tareas
adquiridas por un 339, 735. 70 pesos. Así, se convertía en un burgués agrario sin posibilidad para
que nadie pudiera competirle, y manteniendo a los campesinos con salarios de
miseria y en la más extrema pobreza
material y cultural.
Las nuevas generaciones deben saber que Petán estaba desprovisto de toda moral, y que el arte y su
jodida Voz del Yuna, los usó para enriquecerse, y sólo en publicidad, al
incursionar en la radio y la televisión, con su Voz Dominicana de Ciudad
Trujllo, recibía 25 mil pesos al año
desde el Estado; además de que obligaba a los comerciantes a patrocinar rifas,
usaba la cultura, las emisoras como medio de propaganda y de alabanzas del
régimen fatal.
Y deben saber que Petán, usando el terror, las
deportaciones, las torturas, los asesinatos, las amenazas, el caliesaje,
ahogó toda posibilidad del
surgimiento de una clase avanzada política y culturalmente, pues muchos hombres
y mujeres de cierta visión tuvieron que
largarse del país; además, un agricultor, o peón ordeñador bajo esa servidumbre
jamás podría escalar.
¿Pero cómo no iba a quedarse Petán Bonao, si aquí encontraba
lambones, tierras fértiles, buen clima,
caudalosos ríos, apoyo y fiestas, además de las gestiones bellas
muchachas, canalizadas a través de los maipiolos (proxenetas) que hablaban con los padres de las chicas para
entrar en negociaciones?
Evidentemente
que si las jóvenes acosadas no accedían a sus propuestas, aparecía el plan B consistentes en tentadoras
ofertas, o las amenazas con desacreditarlas en los medios
públicos, o con asesinarles o deportarles a sus progenitores.
Las generaciones de hoy deben también saber cómo, después de asesinar al piloto
Polanco, hizo una fiesta en el Country Club obligando al pueblo a asistir y sin
botar ni una gota de lágrima por la muerte de quien competía por el amor de una
joven.
Sí, el mismo Petán que le embarró de materia fecal el
rostro y las manos a un profesor, a quien obligó a sacar un registro del
inodoro; y que luego lo paseó por el pueblo de manera humillante.
El Petán de las orgías y la vanidad, el promotor de
la división y del chisme, el amante de los elogios y que pateaba a los
empleados de las oficinas públicas, es el que primero se debe conocer para
enterrar el trujillismo y el endemoniado petanismo, ideologías más admiradas
que Duarte, Luperón, Minerva, Manolo, o Caamaño, lo que debe llenarnos de
vergüenza y que cuestiona el deficiente sistema educativo y a los politiqueros
desgobernadores.
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