“Si mis manos se han manchado de sangre ha sido para salvar de la haitianización del país a la generación de ustedes…significará que los haitianos podrán elegir autoridades dominicanas…; poner y disponer; podrán mandar a Duarte y a los Trinitarios y anular sus ideales…”
Podría
pensarse que en ese fragmento del discurso trujillista tras la masacre del 1937
había en él un profundo amor por la patria. Mas no es así.
El asesinato
miles de haitianos, y azuzado por terratenientes racistas de la
frontera, tenía motivaciones de otra índole, y Trujillo usó a delincuentes para despedazar a puñaladas y machetazos a mujeres, niños y
ancianos; asesinos que luego aparecerían ocupando varias propiedades de los
haitianos; premio por su “labor”, y que
los psicópatas ven como un acto de patriotismo y soberanismo .
Pero el prestigioso historiado Fraklin Franco
Pichardo, en su libro “Sobre racismo y antihaitianismo”, nos arroja luz sobre esto: “La
dominicanización de la frontera no fue el móvil de la masacre, como algunos
intelectuales del trujillato sostuvieron (y aún sostienen) sino el asesinato,
la expulsión y la expropiación de miles, pequeños y medianos propietarios
legales de ascendencia y de nacionalidad haitiana…Y : “Ni el pueblo haitiano ni
el pueblo dominicano tuvieron nada que ver en ello; aquél fue un conflicto
entre terratenientes grandes, medianos y pequeños, quienes por décadas se
disputaron, pulgada a pulgada, las tierras
de la zona fronteriza”, concluye diciendo Franco.
Lógicamente
que en los ingenios azucareros de los yanquis, asentados en las tierras
arrebatadas a los dominicanos y que a finales de los cuarenta comenzaría
Trujillo a comprarlos, no se asesinó ni un haitiano. Sí, allí en donde se ha
explotado la mano de obra haitiana en
las más miserables condiciones laborales; y que hoy día, a sus descendientes, y
los que quedan de esa generación, se les niega una pensioncita de 5 mil pesos,
y hasta su nacionalidad; aberración defendida por los nazinalistas y
patrioteros que les hacen coro al trujillismo.
Esos
patrioteros llegan al extremo de
fomentar la idea de que Trujillo era duartiano; y sin embargo, el lector
inteligente sabe que Duarte
constituye la negación absoluta
del trujillismo, expresado en su rechazo a las tiranías; el culto a la personalidad; su rechazo a los
ambiciosos, a los asesinos, mentirosos; a los que se imponían a la brava y practicaban la injusticia, la traición y los privilegios.
¿¡Qué los haitianos
aquí eligen autoridades!? No conozco uno solo; y si llegan a algún puesto,
son los descendientes, siendo
difícil debido a la discriminación;
mentalidad y racista debido a más de trescientos años de dominación
española, y luego fortalecida en el trujillismo
con una absurda escuela antihaitiana, negadora de toda herencia africana, inclusive a
prohibiendo toda práctica negroide, y
reforzada con el cuco de la invasión, la fusión; y por supuesto, vendiendo la “superioridad
hispánica” de la lengua, la religión, el “color”… frente a los inferiores vecinos dizque por brujos, sin costumbres,
ladrones de ganado y dañadores de la cultura dominicana; y por supuesto que la
mentalidad prejuiciada de hoy no es obra del azar, como tampoco que a Luperón,
Salomé Ureña y a Sánchez los pinten blancos, con pelo lacio y nariz perfilada.
España y Trujillo, señores…España y Trujillo dañaron
el alma social del pueblo.
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