El temido árbol crece en
paisajes idílicos y puede alcanzar alturas imponentes.
Sus ramas a veces reposan
sobre la arena y te invitan a descansar sobre ellas. O si están altas, te
llaman a protegerte de la lluvia o el sol bajo su sombra.
Sus raíces se entierran en
la arena y sus troncos a veces son el destino de las olas del mar.
Sus frutos, muy parecidos a
las manzanas, son aromáticos, dulces y sabrosos.
Sin embargo, es una de las
especies más intocables, y tiene el dudoso honor de estar registrado en el
Libro Guinness de los récords como el árbol más peligroso del mundo.
Como su nombre dice
Hippomane mancinella.
Ese es su nombre científico.
Según el Instituto de
Ciencias de Alimentos y Agricultura de Florida, Hippomane viene de las palabras
griegas hippo, que significa caballo, y mane se deriva de manía, o locura.
El filósofo griego
Teofrasto (371a.C.-287a.C.) nombró así a una planta nativa de Grecia tras
determinar que los caballos se volvían locos después de comérsela. Y el padre
de la taxonomía moderna, el sueco Carl Linneo, le dio el mismo nombre al nocivo
árbol de América.
Más precisamente, al árbol
nativo de Mesoamérica y las islas del Mar Caribe, que crece en las costas desde
Florida, EE.UU., hasta Colombia, y en algunos lugares está marcado con cruces
rojas o placas de alerta.
Manzanilla de la muerte
Ese es uno de sus nombres
comunes, los que usan quienes viven con ellos.
También es conocido como
Manzanilla de la arena y Manzanilla de playa, aunque el árbol de la muerte es
quizás el apelativo que más describe su realidad.
Su savia lechosa contiene
el potente irritante de forbol.
Con sólo rozarlo al pasar,
tu piel puede quedar horriblemente escaldada.
Refugiarse bajo sus ramas
durante una lluvia tropical también puede ser desastroso, pues hasta la savia
diluida puede causar una erupción cutánea extrema.
Quemar estos árboles también
es mala idea. El humo te puede cegar temporalmente y causarte serios problemas
respiratorios.
Pero a pesar de que los
efectos son desagradables, el contacto de la piel con este árbol tropical no es
fatal.
La amenaza real viene su
pequeña fruta redonda, pues comérsela puede causar vómitos y diarrea tan
severos que deshidratan el cuerpo hasta el punto de no retorno.
¿Tanto así?
Alguien que experimentó eso
en carne propia fue la radióloga británica Nicola Strickland, quien en 1999 se
fue con una amiga a pasar sus vacaciones soñadas en la isla caribeña de Tobago.
Como buena científica,
describió lo que le ocurrió en el British Medical Journal, para que otros científicos
estuvieran al tanto de ese grave peligro potencial.
Empieza contando como una
mañana “encontramos una de esas idílicas playas desérticas… arena blanca,
palmeras bamboleándose, el mar color turquesa“.
Ahí vio las verdes frutas
verdes “que aparentemente habían caído de un árbol grande de tronco plateado“.
“Mordí la fruta y me supo
agradablemente dulce. Mi amiga también lo hizo. Momentos más tarde notamos un
extraño sabor picante en nuestra boca, que progresó gradualmente a una sensación
de ardor y desgarro, y una opresión en la garganta“.
“Los síntomas empeoraron
durante las dos horas siguientes hasta que a duras penas podíamos tragar
alimentos sólidos pues el dolor era insoportable y por la sensación de un gran
nudo que nos obstruía la garganta”.
Por suerte para ellas, a
punta de piñas coladas y leche, 8 horas más tarde los síntomas orales empezaron
a mermar, pero los ganglios linfáticos cervicales se volvieron muy sensibles.
“Nuestra experiencia provocó
un franco terror e incredulidad entre los locales. Tal es la reputación del
veneno de la fruta“, señala la radióloga.
“Una sola manzanita mata a 20
personas”
Historias como ésta, por
supuesto, no son nuevas.
John Esquemeling, autor de
uno de los más importantes libros de consulta sobre la piratería en el siglo
XVII, “Los bucaneros de América” (1678), escribió sobre su experiencia con “el árbol
llamado manzanilla, o árbol de la manzana enana, cuando estuve en La Española (Haití/República
Dominicana)”.
“Un día, cuando estaba
extremadamente atormentado por los mosquitos y jejenes, y aún ignorante sobre
la naturaleza de este árbol, corté una rama para que me sirviera de abanico,
pero se me hinchó y se me llenó de ampollas toda la cara, como si me hubiera
quemado, a tal grado que estuve ciego por tres días“.
Y el viernes, 16 de
septiembre de 1774, Nicholas Cresswell, cuyo diario sobre sus días en las
colonias británicas en América pasó a la historia, escribió :
“La manzanilla tiene el
aroma y apariencia de una manzana inglesa, pero pequeña, crece en árboles
grandes, generalmente a lo largo de la costa marítima. Están repletas de veneno.
Me han dicho que una sola manzana es suficiente para matar a 20 personas“.
“La naturaleza del veneno
es tan maligna que una sola gota de lluvia o rocío que caiga del árbol en tu
piel inmediatamente causará una ampolla.
“Ni la fruta ni la madera
son de uso, hasta donde sé“.
Peligroso, pero útil
Sorpresivamente quizás, el árbol
sí tiene sus usos, que recoge el Instituto de Ciencias de la Agricultura y
Alimentos de Florida.
Madera
El manzanillo de la playa
ha sido usado para hacer muebles desde la época colonial.
Se cree que su venenosa
savia se neutraliza secándola al sol. Sin embargo, quienes manipulan la madera
recién cortada deben ser cuidadosos.
Savia
Los nativos cubrían sus
flechas con el veneno cuando iban a cazar.
Corteza y frutas
Hay documentos que muestran
que la goma de la corteza ha sido usada para tratar enfermedades venéreas e
hidropesía en Jamaica, y las frutas secas, como diuréticos.
La peligrosa, en peligro
En Florida, el manzanillo
de la muerte está en peligro de extinción.
BBCMundo
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