Muchos de nuestros personajes han pasado al más gris anonimato a la memoria
social del pueblo, hasta de una simple
calle o avenida, ya sea por sus ideologías políticas, desafectos con un régimen,
estatus o grupo “racial”; por débil papel del Estado y sus instituciones; o la mezquindad y
oportunismo de unos, y en muchos casos, por la misma sociedad, que observa
impotente y/o indiferente demoler susmonumentos.
Y en ese aspecto, el caso de Bonao es muy especial,
lo que debe llevarnos a serias reflexiones, porque, ¿cómo es posible que
existan aún calles, avenidas rotuladas
con La Jagüíta; Santo Cura de Ars; Embajada, Guacanagarix (traidor de su raza) Peña
Batlle; Kennedy, calle Primera; la Nicolás de Ovando, Pablo Barinas; Los Cocos, Los Pinos;
Central, El Sol, la Galaxia, San
Carlos, La Privada, o El Conde…?
¿Qué se espera para iniciar los cambios y nuevas
rotulaciones-primero- con una agresiva campaña cultural que ocupe la psicología
de las masas durante días, a través de charlas, cine-foro, bustos, tarjas,
reparación de estatuas, como las de Duarte y Luperón, hechas de tierra al
parecer? ¿Y los nazinalistas, dónde están?
¿Por qué no hay una calle, plaza o avenida con el
nombre de Manolo Tavárez, el fundador de la organización más significativa del
siglo XX denominada 14 de Junio, de línea
antiimperialista, democrática y antitrujillista? O Don Pedro Mir, gran poeta nacional, luchador
antitrujillista y figura de alto relieve moral y patriótico; de José Jiménez (José
Ventorrillo), joven de Bonao que adjunto a Fernández Domínguez, Juan Miguel Román,
Illio Capocci y otros, muere al intentar
tomar el Palacio Nacional.
Ausentes está José
Antonio Núñez, personaje que tomó Radio Televisión Dominicana adjunto a otros
patriotas, y luego de voz locutoril en
la guerra de abril.
Excluido los médicos humanistas y de ideas avanzadas
Milito Muñoz, Aquino, Luna; de igual forma, el Prof. Egidio Velázquez, maestro,
escritor, antitrujillista y ecologista;
Randolfo Núñez, ambientalista y figura básica en la guerra patria del 65; de su primo Napoleón Núñez; o Mario
Grateraux, por ejemplo?
Pensemos en el teniente Román Peralta, piloto que se
negó a bombardear a los guerrilleros del 63, y que prefirió exiliarse en Puerto
Rico; similar al piloto Polanco, de Bonao, que también se negó, pero en contra
de los expedicionarios del 59.
O en Aníbal Aquino, por sus aportes a la
democracia a través de su emisora radio Bonao,
en los oprobiosos doce años de Balaguer.
También en César
Federico Larancuent y Domenech Russo,
inmolados en la expedición del 1959?; o en
Picky Lora, la combatiente de las guerrilla del 63, y la guerra patria del abril; dama que inició hace pocos años el rescate de Bahía de
las Aguilas, en mano de vulgares mafiosos?
¿Por qué no reivindicar a los primeros rebeldes
negros que se alzaron por la libertad de su raza como Sebastián Lemba y Diego
de Ocampo, o al gran Olivorio Mateo, mítico personaje que enfrenó la ocupación
yanqui del 1916?
¿Pero qué pasa con los humildes activistas culturales
como el folklorista balairín Pedro Carrasco (Pedro Miopía); o careteros como Malín Bidó y Ramón Ramírez?
¿Y qué espera la sociedad para exigir que de Luis Días,
compositor, músico y folklorista de esta provincia, y el maestro de las artes
plásticas siga ausente: Don Cándido Bidٕó?
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