Por:
Lic. Roberto Genao Pérez
El
hombre a través del tiempo de su existencia ha vivido siempre expuesto al
peligro, ya sea provocado por su propio accionar frente a los demás o aún por
factores externos a él, siendo en este último caso cuando se ve afectado por
fenómenos de la naturaleza como los huracanes, maremotos, terremotos, etc.; sin
embargo, por el sacrificio, el trabajo, la solidaridad y el conocimiento ha
podido sortear estas inclemencias que lo abaten y superarse hasta avanzar a
niveles increíbles con el dominio de los instrumentos tecnológicos a su
disposición y el desarrollo de la ciencia conduciéndolo inexorablemente al
progreso.
La
humanidad se ha visto compelida a defenderse, siendo los países del mundo
protagonistas de diversos acontecimiento donde han estado sus habitantes
inmersos en enfrentamientos por la hegemonía de la geopolítica mundial, así en
el siglo pasado hubo dos guerras mundiales que socavaron muchos países,
principalmente de Europa, minando sus economías.
De
modo, que la inseguridad afecta al hombre en su propia existencia, y en la
actualidad existe un problema que confirma lo dicho a nivel mundial: el
terrorismo y el fanatismo de primer orden que contraviene la seguridad mundial.
El
poderío armamentista de las grandes potencias con sus arsenales nucleares no
presenta buen augurio porque amenaza la inseguridad a niveles alarmantes.
Hay
que saludar como buen remedio que Rusia acaba de desmantelar su arsenal de
armas químicas que poseía desde los tiempos de la Unión Soviética, lo que
debiera ser imitado por otras potencias del globo terráqueo.
Y
en lo que toca a América Latina, y propiamente en el caso de la República
Dominicana no tenemos a lo interno el peligro de las armas nucleares, ya que no
las producimos.
Todavía
la República Dominicana es considerada como un país de vocación turística por
la alegría de sus gentes, su sociabilidad y mansedumbre al tratar los
visitantes extranjeros, por lo que el turismo actualmente es un renglón que
ocupa el 20% del PIB de la nación favoreciendo un millón de dominicanos.
Pero
fuera de la protección que ofrecen esos emporios turísticos, a lo interno del
país, en sus ciudades y campos proliferan los hechos violentos como los
feminicidios, homicidios, infanticidios, robos, atracos, asaltos, etc., que se
ven a diario en el país.
Y
está el problema del tráfico de estupefacientes que afecta la conducta
principalmente de los jóvenes del país incrementándose la delincuencia, el
porte ilegal de armas, los enfrentamientos de bandas por el control del
territorio y otros problemas.
Los
orígenes del problema de las drogas en el país provienen de la intervención
estadounidense de 1965, siendo ese mal social e individual traído por los
gríngos, los cuales tienen su sociedad con el mayor mercado de drogas del mundo
y que no han sido capaces de eliminarlo por el caudal de dinero que genera en
el Imperio.
El
país en el que vivimos cuando éramos chicos es muy distinto ahora: están los
hogares, los negocios, llenos de verjas, y la gente de nuestro país ya es
paranóica a causa de la inseguridad, convirtiéndose el problema en la primera
preocupación nacional.
No
está de más que entre los factores de la inseguridad estas la difícil situación
económica de las mayorías como es el caso del enorme desempleo, y tenemos el
cuadro social de los “ni ni” que son los jóvenes que ni estudian ni trabajan
inclinándose a la delincuencia y criminalidad, entre otros males.
Y
tenemos los antivalores importados de sociedades con vicios perniciosos a
nuestra juventud, la proliferación dañina a la salud de la hookah que está
legalizada, los mensajes obscenos en los medios de comunicación, en los
celulares y computadoras, en la música degenerada que ni siquiera es música,
conforme a su definición.
El
problema de la inseguridad se nos has ido de las manos con la negligencia de
quienes están para frenarla en este “ laissez faire” ( dejar hacer ) de esta
vorágine denominada Globalización.
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