
El traspaso de Rafael Devers desde los Red Sox hacia los Giants, oficializado el pasado 15 de junio, no es una transacción cualquiera. Representa un giro profundo en la estrategia de ambas organizaciones y ha provocado reacciones intensas tanto en los pasillos ejecutivos como en las gradas.
Impacto en San Francisco
San Francisco adquiere a un bateador consolidado en plena forma: .285 de promedio, 15 cuadrangulares y un OPS de .905 en 73 partidos. Su contrato vigente hasta 2033 por 330 millones de dólares podría considerarse elevado, pero la directiva de los Giants lo asume como parte de una apuesta clara por competir desde ya.
La lesión de Matt Chapman dejó un vacío evidente en la antesala, y Devers lo cubre de inmediato. Diversas voces dentro de la organización reaccionaron con entusiasmo. “Todo el mundo está emocionado… es uno de los mejores bateadores del juego”, comentó Willy Adames. El presidente de operaciones de béisbol, Buster Posey, fue más allá: “Su bate es especial. Sentimos que esta era una oportunidad que no podíamos dejar pasar”. El lanzador Sean Hjelle lo resumió en una frase contundente: “Esto envía un mensaje claro: queremos ganar”.
La llegada de Devers reconfigura el lineup de los Giants y transforma su perfil en la Liga Nacional, colocándolos como contendientes reales en la lucha por el Oeste.
Impacto en Boston
En contraste, los Red Sox reciben a los lanzadores Jordan Hicks y Kyle Harrison, al jardinero James Tibbs y al prospecto dominicano José Bello. Aunque los analistas reconocen el potencial del paquete, muchos lo consideran insuficiente para justificar la salida del principal referente ofensivo del equipo.
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