Por Anthony Lucass
PARïS. AFP. La manipulación artificial del clima para luchar contra el calentamiento de la Tierra ha dejado de ser un tema tabú pero sus consecuencias pueden ser muy peligrosas para el planeta, advierte el investigador del clima australiano Clive Hamilton en un libro.
“El genio ha salido de la botella y será imposible volver a ponerlo dentro”, explica en una entrevista a la AFP el autor del libro “Earthmasters: Playing God with the climate” (“Dueños de la Tierra: jugando a ser Dios con el clima”) que presenta estos días en Francia.
En el libro, Hamilton describe con detalle las tecnologías inventadas en los últimos años para intentar reducir los efectos del cambio climático de manera artificial.
Aunque algunas de las invenciones son todavía ciencia-ficción (como enviar al espacio espejos gigantes para alejar los rayos solares o aumentar la órbita terrestre para alejarla del Sol) otras opciones, que Hamilton considera peligrosas, están siendo investigadas por científicos de todo el mundo.
Algunos proponen dispersar partículas en la parte alta de la atmósfera para desviar hacia el espacio los rayos del Sol y hacer bajar así la temperatura. Otros imaginan un sistema para “fertilizar” los océanos con hierro para favorecer el desarrollo de las algas y aumentar así la absorción de CO2.
Hamilton, que también es profesor de ética pública en Canberra, advierte que estos proyectos, aunque todavía no están en marcha a gran escala, ya cuentan con el apoyo de millonarios como Bill Gates así como de grupos de presión y grandes empresas estadounidenses.
El químico holandés Paul Crutzen, premio Nobel en 1995, fue uno de los pioneros de la ingeniería climática en 2006 con sus trabajos sobre la capa de ozono y abrió un campo que hasta entonces era “tabú”, recuerda Hamilton.
“A pesar de las objeciones de muchos de sus colegas, escribió ese artículo porque sabía que era necesario un plan B, porque el plan A, el de reducir las emisiones, no estaba funcionando”, explica el experto australiano.
La “ingenuidad” del IPCC. Según el autor, en septiembre se hizo un paso más hacia la manipulación del clima cuando el Panel Intergubernamental sobre el Cambio Climático (IPCC), la máxima autoridad mundial en la cuestión, incluyó por primera vez en su informe la evaluación de algunas de estas técnicas. “El IPCC cometió un error, fue políticamente ingenuo.
Sea lo que sea lo que acabe diciendo sobre la geoingeniería, el simple hecho de incluirla como una respuesta posible al cambio climático es una manera de legitimarla y normalizarla”, asegura.
Además, en teoría, algunas técnicas, como las emisiones artificiales de azufre que imitan el efecto de una erupción volcánica para disminuir la temperatura de la Tierra” se podrían llevar a cabo rápidamente, a bajo coste”, teme Hamilton.
Pero según este experto la geoingeniería tiene todavía muchas incógnitas y se desconoce el riesgo que supondría dispersar partículas en la atmósfera. Además, si incluso si se lograra detener la subida de temperaturas, las emisiones artificiales de azufre no tendrían ninguna influencia en otras dimensiones del problema, como la creciente acidificación de los océanos provocada por el CO2, asegura el australiano.
En septiembre el IPCC dijo que esta técnica podría tener efectos secundarios, como modificar las precipitaciones en algunas regiones del mundo.
”La cuestión más urgente es saber como gobernar y regular la investigación ¡de estas técnicas¿ porque de momento no existe ninguna ley que impida a un gobierno, o incluso a un millonario, empezar a manipular el clima”, advierte.
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