Por Luis Carvajal
Aquí estoy, Miranda, con el pecho abierto,
los puños cerrados, los ojos atentos.
Mira, no estoy solo, hermana Miranda.
Somos todo un pueblo:
hay un muro humano que cuida tu falda,
tus bosques, tus aves, tu frescor, tus aguas.
Es gente sencilla, de trabajo y buena
que quieren que siempre tú existas, Miranda.
A morir se atreven para que tú vivas;
para que seas siempre, hermana montaña.
Los puños cerrados, los ojos atentos
a morir se atreven para que haya agua,
para que haya vida, para que haya patria.
Aquí estoy con ellos, sé que vendrán otros.
¡Te protegeremos, hermana Miranda!
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