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HOLOCAUSTO EN PALESTINA

Por Fernely Lebrón
Foto: HOLOCAUSTO EN PALESTINA
— Por Fernely Lebrón ©

Odio que nace en los extremos, metal y fuego, vómito de guerra, y en medio, la vida pactando con la muerte.

Ojivas de intercambio, regalos del imperio que en vez de dar la cara se muestra indiferente, mientras centenares de ángeles abatidos con metrallas obligados van al cielo. 

Rito de muerte, dantescas escenas, espectrales miradas perdidas en la nada, rostros que de tanto expresar adoptaron la inexpresión como máscara, para creer que todo es sueño aterrador que algún día cesará.

Estruendo macabro, sigiloso aire de muerte que va y que viene devorando niños, consumiendo madres y destruyendo a los ancestros de este amasijo de gente, pueblo abandonado en una franja empapada de dolor.
…Y al final del impacto, sangre inocente drenando la conciencia del mundo que atónito presencia el desamor. 

La humanidad tiene una herida abierta supurando horror en Medio Oriente, un dolor interminable, reloj sin manecillas, exterminio, acto final, y el tiempo se detiene en el espanto. 

Hijos de la estrella, emblema del Rey David, el místico. Trauma latente, van más de siete décadas y este pueblo oscurecido por el odio revive al hombre de mano alzada, el de la esvástica, el ario las banderas rojas ondeando crematorios, un pueblo que escapó de tanta muerte y aún así no aprende a amar, en cambio construye de nuevo el holocausto. 

El pueblo prometido ya no es este, tan sólo es recuerdo de un bíblico pasaje, antes, grande y Divino, ahora, insensible y férreo, cruel golpeador de sus hermanos, que con vil acción va borrando su conciencia y la gloria del pasado.

La humanidad tiene una herida abierta destilando odio en Medio Oriente, holocausto  revivido.
…El infierno ha dejado la puerta abierta en Palestina.

Odio que nace en los extremos, metal y fuego, vómito de guerra, y en medio, la vida pactando con la muerte.

Ojivas de intercambio, regalos del imperio que en vez de dar la cara se muestra indiferente, mientras centenares de ángeles abatidos con metrallas obligados van al cielo.
Rito de muerte, dantescas escenas, espectrales miradas perdidas en la nada, rostros que de tanto expresar adoptaron la inexpresión como máscara, para creer que todo es sueño aterrador que algún día cesará.

Estruendo macabro, sigiloso aire de muerte que va y que viene devorando niños, consumiendo madres y destruyendo a los ancestros de este amasijo de gente, pueblo abandonado en una franja empapada de dolor.

…Y al final del impacto, sangre inocente drenando la conciencia del mundo que atónito presencia el desamor. 

La humanidad tiene una herida abierta supurando horror en Medio Oriente, un dolor interminable, reloj sin manecillas, exterminio, acto final, y el tiempo se detiene en el espanto.

Hijos de la estrella, emblema del Rey David, el místico. Trauma latente, van más de siete décadas y este pueblo oscurecido por el odio revive al hombre de mano alzada, el de la esvástica, el ario las banderas rojas ondeando crematorios, un pueblo que escapó de tanta muerte y aún así no aprende a amar, en cambio construye de nuevo el holocausto.

El pueblo prometido ya no es este, tan sólo es recuerdo de un bíblico pasaje, antes, grande y Divino, ahora, insensible y férreo, cruel golpeador de sus hermanos, que con vil acción va borrando su conciencia y la gloria del pasado.

La humanidad tiene una herida abierta destilando odio en Medio Oriente, holocausto revivido.
…El infierno ha dejado la puerta abierta en Palestina.

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