París, Francia. Una inyección al mes con un
tratamiento antirretroviral es suficiente para mantener confinado el virus del
sida, según un estudio publicado este lunes, lo que permitiría a los
seropositivos dejar de tomar una pastilla diaria.
El estudio, cuyas conclusiones fueron publicadas en
la revista británica The Lancet, consistió en inyectar dos moléculas de
antirretrovirales cada cuatro u ocho semanas durante casi dos años a 230 pacientes
con VIH, aunque con una carga viral indetectable.
Al cabo de este periodo, el 87% de los pacientes del
grupo que recibió los medicamentos cada cuatro semanas continuaba con una carga
viral indetectable (94% en el grupo lo que recibió cada ocho semanas).
Estas proporciones son comparables a las halladas en
el grupo de 56 pacientes que continuó tomando una pastilla al día (84%), según
los resultados del estudio de fase II presentado en la Conferencia
Internacional de Investigación sobre el Sida que se está celebrando en París.
La primera molécula inyectada, llamada cabotegravir,
está desarrollada por el laboratorio ViiV Healthcare, una filial de GSK, Pfizer
y Shionogi especializada en el HIV, donde trabaja unos de los autores del
estudio, David Margolis.
La segunda molécula (rilpivirina) está siendo
desarrollada por el laboratorio Janssen, del grupo Johnson and Johnson.
Los dos laboratorios alcanzaron una alianza para
crear con estas dos moléculas combinadas el primer tratamiento inyectable de
acción prolongada contra el VIH.
Según Paul Stoffels, director científico de Johnson
and Johnson, el tratamiento “podría ofrecer una alternativa eficaz y aceptable
para las personas que alcanzaron una carga viral indetectable pero que tienen
dificultades para seguir un tratamiento oral diario para controlar el VIH”.
“La observación del tratamiento sigue siendo un gran
desafío” en la lucha contra el VIH, subrayó por su parte David Margolis, ya que
un mal seguimiento puede provocar fracasos terapéuticos y favorece la aparición
de resistencias a los medicamentos anti-VIH.
“Habrá que elegir entre el confort de no tener que
seguir un tratamiento oral y los inconvenientes asociados a un tratamiento
antirretroviral de acción prolongada por inyección”, en particular en los países
donde no hay problemas de disponibilidad de pastillas antirretrovirales, subrayó
Mark Boyd, de la universidad australiana de Adelaida en un comentario al
estudio.
La mayoría de los pacientes del estudio sufrieron
dolores en el lugar de la inyección y algunos tuvieron diarreas o dolores de
cabeza. Ensegundos.do
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