EL AMOR COMO FUNDAMENTO METAFISICO DEL SER.
Por Prof. Rigoberto Paul
El amor que trato en esta reflexión, es el amor cristiano que
es ágape, es sobre todo: la actividad de Dios en nuestra vida. Es un amor que
es de Dios y nos debe llevar a El. Es un amor que tiene una unidad de
indicativo y de imperativo.
La actividad de Dios santifica al cristiano, le exige
santidad. La actividad de Dios empuja a los cristianos (libremente) al ágape,
les exige crecimiento en el ágape. El amor ágape lo recibimos a través de la
fe. Es un amor que supone la fe y en la fe exige dócil sumisión y donación
total del amor de Dios.
Todos fuimos creados para amar y ser amado. Nuestra felicidad
se basa en nuestra capacidad de dar y recibir amor. Según el libro del génesis,
fuimos creado a imagen y semejanza de Dios, de ese Dios que todos conocemos
como amor, el supremo ser real, afecto y belleza, armonía y dulzura.
Así, que al ser nosotros hechos a imagen y semejanza de Dios
que es amor, claro está que somos imagen y semejanza del amor. La Sagrada
Escritura, no da otra definición de Dios más bella y absoluta.
Dios es amor. Por eso, así pienso, existe la conexión entre el
amor y la felicidad, pues quien ama refleja a Dios en cada momento de su vida y
es feliz.
Amar no solo es un derecho, sino un mandamiento, un
mandamiento del mismo Jesucristo: “Ámense
los unos a los otros, como yo los he amado” (Jn 15,12).La medida de nuestro
amor para los demás debe ser la misma de Cristo para nosotros: “como yo los he amado.”
Ojalá podamos hacer conciencia de esta realidad, para que
contribuyamos a mermar el mayor problema del mundo y de la sociedad actual; la
falta de amor.
Hay muchos hogares destruidos, muchos jóvenes alienados y drogadictos,
muchas personas sin fe ni esperanza y muchos católicos tristes que perdieron la
dimensión del amor en su vida.
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