El presidente estadounidense, Donald Trump, advirtió este
jueves que los efectivos desplegados en la frontera de Estados Unidos con México
podrían disparar a los migrantes centroamericanos, si éstos les lanzan piedras
mientras intentan entrar ilegalmente al país.
Trump afirmó a la prensa en la Casa Blanca que
algunos de los miles de migrantes que buscan llegar a Estados Unidos desde
Centroamérica, lanzaron piedras a la policía mexicana de una forma “agresiva y
violenta” en su camino hacia el Norte.
“Si ellos lanzan piedras como lo hicieron con los
militares mexicanos y con la policía, yo digo que lo consideren como un rifle”,
agregó.
Trump habló durante la presentación de su
controvertido plan para frenar la inmigración ilegal, un tema que ha colocado
en el centro del debate político a pocos días de las elecciones de mitad de
mandato, en las cuales el Partido Republicano podría perder el control del
Congreso.
El 13 de octubre una caravana de migrantes salió de
San Pedro Sula, en Honduras, teniendo una gran repercusión mediática y captó la
atención de Trump, que desde entonces se ha referido al tema casi a diario.
Interrogado por la AFP, un portavoz del Pentágono
dijo que no quería hacer comentarios sobre “situaciones hipotéticas”.
“Nuestras fuerzas son profesionales entrenados que
siempre tienen el derecho inherente a la legítima defensa”, agregó, recordando
que el ejército está como apoyo a los guardias fronterizos, que son los
encargados de aplicar la ley.
Trump dijo que a partir de ahora Estados Unidos va a
terminar con su política de permitir a las personas pedir asilo político en la
frontera, salvo que hayan pasado antes por un funcionario migratorio.
Quienes sean detenidos en la frontera van a ser
retenidos en campamentos y otros centros de este tipo hasta que puedan ser
deportados o que su caso se resuelva y su solicitud sea aprobada, dijo el
presidente estadounidense.
Para muchos críticos de su gestión, este
replanteamiento de las políticas de asilo viola las leyes actuales.
El miércoles, el Departamento de Seguridad Interior (DHS)
describió la situación actual en la frontera como una “crisis sin precedentes”.
Sin embargo, según sus propios datos, el número de
inmigrantes ilegales interceptados en 2018 fue de 400.000, frente a una cifra
de 1,6 millones de personas en el año 2000.
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