Por:
Channy Frías
Sorprendida
Que deseos de que llueva, no café, sino
fuego, a ver si a los hermanos alcanza, y pase a ponerse la gente aunque sea
por disimulo como sorprendida.
No se sabe el tipo de pimienta que habrá
de ponerse en la silla, a ver si de calentarla dejan y se la pasan a otros que
están cogiendo fuego en la fila.
Ojalá que estos otros no quieran
adueñarse de ella, porque más que como la vaca de nena, verán nuestras caras
como la de una sorprendida.
Hace un tiempecito no había quien por
mucho tiempo sentarse en ella quisiera. Era una acción de honor y sin material
de recompensa, pero hoy la retribución aparenta ser tan buena y la fila tan
desastrosa, que sin duda para depurar, habrá que echar pimienta en la silla.
Lo triste son los renacuajos, que
desconociendo el camino, en busca de un mejor posicionamiento, empiezan a
seguir a la rana. Muchos como sanguijuelas logran adherirse a una pata. Suerte
de ellos permanecer si la silla cojea, que la rana ignorante en su astucia No
enseña, solo deja que la sigan, y así es que motivan a ponernos en posición de
gente sorprendida. Y para estos tipos de clan, definitivamente hay que
echar pimienta en la silla.


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