El papa Francisco eleva el sábado al rango de cardenal a 21 prelados de los cinco continentes, con una importante presencia latinoamericana, reflejo de su debilidad por las periferias en una Iglesia cada vez más globalizada.
Con este «consistorio ordinario», el décimo desde su elección en 2013, el jesuita argentino a punto de cumplir 88 años continúa consolidando su herencia y moldeando a su imagen el colegio de cardenales que deberán elegir a su sucesor.
Francisco habrá nombrado a casi el 80% de los 140 cardenales «electores», aquellos menores de 80 años, que participarán en el próximo cónclave, en el que se necesita una mayoría de dos tercios para elegir a un nuevo pontífice.
En su pontificado, Francisco ha puesto en valor a las diócesis apartadas, radicadas en lo que él llama «periferias», donde a menudo los católicos son minoría, y no ha dejado de lado la costumbre de premiar sistemáticamente a arzobispados de grandes diócesis como Milán o París.
Esta nueva promoción sigue la misma línea, con una importante representación de América Latina y Asia, aunque menor en el caso de África.
Los nuevos cardenales latinoamericanos serán los arzobispos de Lima, Carlos Gustavo Castillo; el de Santiago del Estero y primado de la Argentina, Vicente Bokalic; el de Guayaquil, Luis Gerardo Cabrera; el arzobispo de Santiago de Chile, Fernando Natalio Chomali, y el de Porto Alegre, Jaime Spengler.
«Tenemos que profundizar esta línea de una Iglesia abierta», dijo antes de vestirse de púrpura el argentino Bokalic en una entrevista al medio oficial de la Santa Sede, Vatican News.
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