
6:30 a. m. – Despertar con estrés navideño
La dominicana abre los ojos y lo primero que piensa no es “Feliz
Navidad”, sino: “¿Y si el cerdo no se ablanda?”. Se levanta rápido,
revisa el celular, ve 47 mensajes del grupo familiar y ya sabe que hoy
no hay paz.
7:00 a. m. – Café fuerte y lista mental infinita
Se toma el primer café del día, bien negro, mientras hace una lista
mental de todo lo que falta: el cerdo, los pasteles, la ensalada, el
hielo, el refresco, el pan… y el regalo que juró que ya había comprado.
8:00 a. m. – Salón de belleza: punto de no retorno
Llega al salón “solo a lavarse y peinarse”, pero sale seis horas
después. Allí se habla de todo: chismes del barrio, política, la vecina,
el ex, y quién va a llegar borracho esta noche. El calor, el secador y
el drama hacen parte del ritual.
11:30 a. m. – Regreso a casa con cabello intacto (por ahora)
Sale del salón con el pelo perfecto y una advertencia clara: “nadie me
toca el pelo”. Desde este momento, todo se hace con cuidado extremo para
no sudar ni despeinarse.
12:00 m. – Comienza la cocina de verdad
Se prende la estufa y empieza la batalla. Se sazona el cerdo, se arma el
moro, se revisan los pasteles en hoja y se pelea con la ensalada rusa
que “no puede quedar aguada”. Todo esto mientras suena un merengue viejo
a todo volumen.
3:00 p. m. – Grito obligatorio
En algún punto del día, la dominicana grita: “¡Que nadie entre a la
cocina!”. Es una ley no escrita. Quien entra, ayuda… o estorba y recibe
una mala mirada.
5:00 p. m. – El tubi: momento sagrado
Se recoge el cabello en un tubi perfecto. Nadie puede abrir puertas,
ventanas ni abanicos cerca. El tubi es religión, y hay que respetarlo.
6:30 p. m. – Baño largo y transformación final
Después del tubi, llega el baño largo, el maquillaje, el perfume caro
“guardado solo para ocasiones especiales” y la ropa que estuvo planchada
desde hace una semana.
8:00 p. m. – Mesa lista, casa limpia, paciencia agotada
Todo está listo. La comida tapada, la mesa servida y la casa reluciente.
La dominicana se sienta cinco minutos… hasta que llega alguien y
pregunta: “¿Falta mucho pa’ comer?”.
10:00 p. m. – Llegan los invitados y se pierde el control
Empiezan a llegar familiares, amigos y uno que otro colado. La música
sube, los tragos aparecen y la cocina vuelve a ser un caos.
12:00 a. m. – Abrazo, comida y repetición
A la medianoche hay abrazos, fotos, mensajes y finalmente… se come. La
dominicana se sirve al final, porque primero es que todos estén bien
atendidos.
1:30 a. m. – “¿Quién quiere repetir?”
Cuando ya nadie puede más, ella sigue ofreciendo comida. Porque en
Nochebuena, si alguien se va con hambre, no cuenta como Navidad
dominicana.
Así se vive la Nochebuena al mejor estilo dominicano: con corredera, estrés, risas, comida en exceso y un tubi que sobrevivió contra todo pronóstico.

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