Por: Edelvis GH
Muchos
seguidores del trujillismo se encargan de mantener en el espíritu de las
masas que su “Jefe” no fue ajusticiado en 1961 sino en 1991, y que fue muerte
natural; entonces traen por las greñas
informaciones del periodismo sensacionalista y amarillista, que buscan quitar méritos
a los héroes del 30 de mayo.
Otros, más fanatizados y perversos, quieren vender la
imagen de que el tirano era un patriota, y que el genocidio de miles de
haitianos a puñaladas, machetazos y plomazos, que incluía mujeres embarazadas,
familias completas y ancianos, era un acto de patriotismo sin parangón.
Puras babosadas ambas cosas. Trujillo era un servil
que se enroló a las tropas gringas invasoras, no un patriota; estableció un
Estado racista, y fue ajusticiado en 1961.
Lo primero es que el régimen trujillista se
encontraba en una profunda crisis estructural, y el triunfo de Fidel Castro y
su Revolución socialista, la expedición de la Raza Inmortal del 1959 habían
profundizado las precarias relaciones con los Estados Unidos, sumados
los asesinatos que conmovían a la sociedad, tanto así, que hasta a la Iglesia aliada primaria, en su
Carta Pastoral arremetió en contra de Trujillo, pues no podía en ese momento
mantener silencio ante los hechos que pusieron fin tan horriblemente a las
Mirabal y a Rufino De la Cruz.
Además, dentro y fuera del país la resistencia crecía,
y Estados Unidos, temeroso de que barrieran a Trujillo e instalaran una segunda
Cuba, decidió apoyar al grupo de complotado, antes que se le adelantaran los de
ideas avanzadas como el de Manolo, o el de los exiliados en Venezuela, y
algunas Antillas menores. Por eso los infiltraron para saber sus planes y
retrasarlos hasta tanto lograran su objetivo con el sector conservador que quería
“darle pa`bajo” a El Jefe.
Ya en crisis económica, bloqueado por el atentado
contra el presidente venezolano Rómulo Betancourt; “caliente” con la Iglesia,
institución aliada, pero que al verlo tambalearse le sacó pie, y una parte de los ricos burgueses con
apellidos bien sonoros, que se encontraba asfixiada económicamente, y harta
también, se integra a formar parte de la conspiración; que con el Imperio gringo, el descontento popular que
ya no aguantaba más asesinatos, el fin de Trujillo era inminente.
Manolo Tavárez, el más claro líder, torturado sin
piedad adjunto a otros centenares de miembros del Movimiento 14 de Junio, ya
habiendo adquirido madurez, no era partidario de simplemente matar a Trujillo, sino de organizar la
resistencia, tumbarlo y establecer un gobierno democrático con el programa de
la Raza Inmortal; pero bien, ocurrió el hecho, y ante la coyuntura él actuó como
el gigante.
Vuelvo a mi punto inicial: pensar que Trujillo no
murió en el 1961 es la idea más babosa, pues
de no haberse perpetrado lo del 30 de mayo del 1961, Ramfis no habría
asesinado con tanta saña a los complotados que quedaban vivos después de
torturarlos en San Cristóbal; ni Petán y sus demás familiares habrían salido en
“bola de humo” dejando propiedades; ni Balaguer se habría enfrentado a Negro ni
a Petán; pero tampoco los Estados Unidos habrían puesto un acorazado frente a
las costas por si los Trujillo intentaban quedarse en el poder.
Es pues una tontería el sensacionalismo del
periodista francés Jirac y su versión de la no muerte de Trujillo en 1961, y
la de los patrioteros trujillistas.
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