Los usuarios de los principales hospitales y
maternidades públicas del país reciben atenciones médicas entre plafones,
filtraciones, el ruido de las vibraciones y el polvillo que levantan los
obreros durante las dilatadas jornadas de reconstrucción que ya superan los
cuatro años, desde que el Gobierno dispuso la intervención simultánea de 56 centros
en 2013.
Pese a que las autoridades prometieron que en un
tiempo no mayor de un año la planta hospitalaria del país estaría en
condiciones de ofrecer un servicio de calidad a los usuarios del sistema público,
poniendo en manos de distintos ingenieros contratistas la ejecución de las
obras, lo cierto es que los retrasos en los pagos de las cubicaciones, los
cambios de contratistas en medio del proceso, modificación de los presupuestos
y planos originales, han colocado a los hospitales en estado de emergencia, y
con ello a los pacientes que reciben atenciones en condiciones de hacinamiento
y extrema precariedad.
Es lo que se vive a diario en las dos principales
maternidades del país, como la Nuestra Señora de La Altagracia y de Los Mina,
así como los hospitales Juan Pablo Pina de San Cristóbal, el Moscoso Puello y
el José María Cabral y Báez de Santiago, por citar algunos ejemplos.
Destaca el periódico El Caribe que aunque en marzo
del año pasado, el Ministerio de Salud traspasó las obras de construcción,
reparación, remodelación y equipamiento a la Oficina de Ingenieros Supervisores
de Obras del Estado (OISOE), entidad que también tiene a su cargo la construcción
de escuelas y centros diagnósticos y de atención primaria, buscando agilizar su
terminación, lo cierto es que no se ha podido terminar ni siquiera uno de los
diez que se priorizaron.
Hacinamiento e incomodidad
Pese a que el Gobierno alistó en menos de 40 días el área
de emergencia del Hospital Regional José María Cabral y Báez para la puesta en
marcha del sistema de emergencias del 9-1-1 en la región Norte, no ha podido
hacer lo mismo con el resto de la infraestructura, cuyos trabajos iniciaron en
julio de 2014 con una inversión estimada en RD$1,800 millones.
En casi cuatro años de picazos, la única área
entregada es el ala norte del edificio, que incluye oficinas administrativas,
mientras se han trasladado algunos servicios y consultas de distintas
especialidades hacia el Hospital del Seguro Social Rafael Estrella Ureña y el
Edificio Profesional Las Carreras.
En condiciones parecidas está el hospital Moscoso
Puello, donde se reciben los pacientes de los ”barrios calientes” del Distrito
Nacional, sumados a los provenientes del Luis E. Aybar (Morgan), el cual fue
clausurado hasta terminar con la construcción de un moderno complejo sanitario.
Mientras, en la Maternidad La Altagracia, donde nace
la mayor cantidad de niños del país, también se vive una situación dramática
por las obras de reconstrucción en las áreas de consulta, parto y preparto, que
ponen en riesgo de contaminación a los recién nacidos y sus madres.
La situación es igual de precaria en la Maternidad de
Los Mina, donde el polvo y la filtración de agua en el primer piso, a raíz de
los trabajos que se realizan en la segunda planta han causado temor entre los
pacientes y empleados ante la posibilidad de desprendimiento de los plafones.
En 2012, el Gobierno adjudicó mediante sorteo la
reparación de estos hospitales y dispuso de más de RD$13 mil 938 millones sin
que todavía se sepa cuándo concluirán.
Esperan obras estén listas en febrero próximo
En abril de este año, el presidente Danilo Medina se
reunió con contratistas de los hospitales públicos para conocer los avances en
los trabajos y en donde según una nota de prensa suministrada por la
Presidencia, se acordó agilizar todos los procesos de certificación,
cubicaciones, libramientos, a fin de que el proceso concluya a más tardar en
febrero del próximo año. El vicepresidente del Colegio Médico Dominicano,
Wilson Roa, ha dicho que los retrasos se deben a que la salud no es una
prioridad para el Gobierno.
Reportaje de María Teresa Morel
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