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MUCHA BIBLIA Y POCA PALABRA DE DIOS

Por:  Prof. Rigoberto Paul

Indudablemente es malo el tiempo que estamos viviendo y será irreversible peor mañana en todos sus órdenes. Las naciones difícilmente puedan confiar en sus gobernantes, debido a la irresistible inercia que empuja a los hombres a la corrupción y a la soberbia, claro, movidos por fuerzas espirituales que escapan del control de la mente humana.
Dentro del aspecto religioso no existe ninguna excepción, la corrupción está a la puerta del día en las organizaciones religiosas pequeñas y grandes.

Con tantas razón las Sagradas Escrituras advierten innumerables veces de las desgracias y males que irá a sufrir la humanidad en los postreros días. Si, los postreros días eran advertidos muchas veces comenzando por Jesucristo, seguido por sus apóstoles y profetas. Tiempo caracterizado por la multiplicación del engaño y los engañadores.
¡Pobre humanidad!

Debido a la grandísima ignorancia que hay de las Sagradas Escrituras, se han aumentado los curiosos que tienen comezón de oír y saber; otros de dar sus propias y disolutas interpretaciones de la biblia; Otros más llevándosela de salvadores y redentores modernos advierten contra unos y otros lanzando argumentos zahirientes que ridiculizan la biblia y a los que creemos verdaderamente en ella. Lo cierto es que el manoseo y menoscabo de la Sagrada Escrituras, fue advertido por el profeta Amos:
He aquí vienen días, dice Yavet el Señor, en los cuales enviare hambre a la tierra, no hambre de pan, ni sed de agua, sino de oír la Palabra de Yavet. E irán errantes de mar a mar, desde el norte hasta el oriente discurrirán buscando palabra de Yavet y no la hallarán. (Am 8:11_12)

UN ENGAÑOSO AVIVAMIENTO


En ninguna época en el mundo se había visto el creciente interés por lo religioso: se distribuyen biblias y literaturas cristianas como en ninguna otra época, se aumentan los grupos religiosos y la actividad religiosa como en ninguna otra época de la historia. La gente se interesa por pertenecer a alguna agrupación religiosa, como un aditamento social solamente. Pero palabra de Dios, según el profeta Amós, no se iba a hallar en los postreros días, o sea en estos, que indudablemente todos admiten como los últimos de la humanidad. De tal manera que, o es falso este avivamiento o el profeta Amós miente.

El autor fue Frailes Franciscano Capuchino (2000-2005)

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