Por
AFP
Londres,
Reino Unido. El astrofísico británico Stephen Hawking, fallecido este miércoles
tras permanecer décadas postrado en una silla de ruedas y con respirador
artificial, sufría la enfermedad degenerativa de Charcot.
También
conocida como esclerosis lateral amiotrófica (ELA), es una enfermedad
neurodegenerativa paralizante rara, con unos 900 casos nuevos en España cada año,
por ejemplo.
Forma
parte de un grupo de neuropatías motoras, que provocan una degeneración física
progresiva, haciendo perder a los enfermos el control de sus músculos. En el
caso de Hawking, por ejemplo, sólo era capaz de controlar un músculo de su
cuerpo, de la mejilla.
Empieza
con la pérdida de la capacidad de mover los brazos y las piernas. Cuando la parálisis
alcanza a los músculos del diafragma y la pared torácica, los pacientes pierden
su capacidad respiratoria y requieren asistencia artificial.
Pese
a todo ello, Hawking desafió las previsiones que, a mediados de los 1960, le
dieron dos años de vida y siguió trabajando todo este tiempo, en su silla de
ruedas y conectado a un respirador artificial.
El único
músculo que podía mover le servía para comunicarse mediante un ordenador que
interpretaba sus gestos faciales y los traducía a una voz electrónica que se
convirtió en su carta de presentación.
Los
médicos consideran su longevidad un misterio, porque la enfermedad es incurable.
Según
las estadísticas, la muerte ocurre habitualmente entre 24 y 36 meses después
del diagnóstico, provocada a menudo por la incapacidad de respirar.
La
enfermedad suele aparecer pasados los 60 años.
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