Se celebran 200 años del nacimiento del .hombre que forjó la dominicanidad
Al cumplirse hoy 200 años del nacimiento de Juan Pablo Duarte, elCaribe consideró prudente hacer una serie de publicaciones periodísticas en torno al patricio, tarea que recayó en quien escribe, un simple periodista al que se le responsabilizó el hacer cada entrega interesante.Surgieron reflexiones y cuestionantes sobre los ideales del patricio y la patria que forjó. Tuvimos el atrevimiento de pasarnos tres semanas preguntando diariamente en diferentes escenarios y al azar a unas 10 personas comunes, profesionales, políticos, religiosos, funcionarios y militares, si estaban dispuestos a morir a nombre de esta patria por la que vivió y murió Duarte.
De unas 150 personas cuestionadas 91 dijeron tajantemente que no, 27 que sí y las otras 32 lo dudaron. Y la mayoría de los que dijeron que sí titubearon antes. Ciertamente podrá alegarse que el sondeo es para nada científico, pero el resultado no deja de ser sintomático e interesante. Reflexión a vuelo de pájaro y asalta la pregunta: ¿Duarte vive en el alma nacional?
Para la respuesta solo hay que salir y preguntar ¿estás dispuesto a morir por esta patria?
Juan Pablo Duarte y Diez dedicó su vida para dejar como legado el más preciado de sus sueños: una nación libre e independiente, llamada República Dominicana, lo que se concretizó con la separación de Haití, en la parte este de la isla, el 27 de febrero de 1844.
Cuando estalló la guerra de separación, Duarte se encontraba ausente, en Venezuela, nación donde murió, prácticamente exiliado, el 15 de julio de 1876, cuando contaba apenas 63 años, y era tal la miseria económica y material en la que vivía que parecía un hombre de más de 80 años.
¿Cuál fue su pecado? Creer en la independencia pura y simple. Haber asumido el temple de su padre, Juan José Duarte, que le enseñó que un hombre jamás se doblega ante fuerza alguna, lo que le enseñó con el ejemplo cuando fue el único comerciante español que se negó a firmar un documento de reconocimiento de autoridad a los invasores haitianos, y en cambio prefirió irse a Mayagüez, Puerto Rico. Un padre que más tarde lo apoyó cuando siendo un jovencito le facilitó espacio en el almacén que poseía para que enseñara letras y el uso de la esgrima, entre otras actividades conspirativas.
La determinación de Duarte a construir la patria le valió granjearse enemigos tan poderosos como el Arzobispo Tomás Portes e Infante, que llegó a excomulgarlo de la Iglesia católica junto a otros compañeros suyos de La Trinitaria, que representaban el ala liberal y luchaban ferozmente, tanto en el seno de la sociedad como en la cúpula de la Junta Central Gubernativa para evitar que el general Pedro Santana, Tomás Bobadilla y Buenaventura Báez anexionaran la joven república a España.
Fuente El Caribe
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