Por: Richard Simé
En una
sociedad donde las fuentes de
información están a disposición de todos, cada vez se facilita la investigación
de diversos temas, de aspecto social sobre todo. Llama la atención como los
autoproclamados defensores de la sociedad solo reclaman los males que nos afectan
cuando hay poco que hacer, reafirmando así, la pendejez operativa de poner
candado luego del robo.
Con
una espinita de vergüenza observé cómo el país decía al unísono que Bahía de
las Águilas era intocable, muchos salieron en defensa de esos terrenos, antes
de eso pocos se atrevieron a denunciar que se estaban despachando títulos de
dichas tierras. Por otra parte, era impresionante ver las manifestaciones
públicas en repudio a la aplicación de la reciente reforma fiscal. Las redes
sociales estaban inundadas de nacionalistas dentro de los que también estaba
yo. En esos medios expresaba la impotencia de tener que terciarme el yugo que a
los “honorables” del congreso se les antoje aplicarme.
Y el
método inerte de reclamo se repite con el caso de la empresa Barrick Gold. Con
bombos y platillos se anunció la llegada del monstruo ambiental, atribuyéndole
la erradicación de gran parte del índice de desempleo existente en la zona del
Cibao central. Nadie tomó en cuenta el daño ambiental a corto y largo plazo que
nos dejaría esta compañía, ni siquiera a la hora de confeccionarle un contrato
que les garantizaba sus ganancias y los desvinculaba de los daños.
Contrato
que no tuvo el honor de ser leído por nuestros congresistas ya que todos
decidieron que fuera un hoyo en el bolsillo el que guiara su decisión acerca de
dicho convenio. Entonces, resulta que ahora los que aprobaron el acuerdo son
los mismos que abogan por una revisión para que las ganancias sean repartidas
de manera que los dueños del oro sean los beneficiados.
Esos
defensores sociales con un marcado complejo de ¨chapulín colorado¨ no conocen
el bello arte de prevenir. Debemos adoptar otra estrategia para defender este
pedazo de tierra que no es mío ni de nadie en específico, es de todos y para
todos, en conjunto debemos preservarlo para el disfrute de nuestras futuras
generaciones.
No
podemos continuar reaccionando tarde. De seguir así, nuestros reclamos
ciudadanos no serán más que ruido urbano que solo trasciende cuando se
convierte en contenido para los noticieros. La patria crece en la medida que
haya ciudadanos desinteresados, comprometidos con la vigilancia de los
intereses de todos. Pero se hace chica si los reclamos llegan a destiempo,
luego de que las medidas han sido suministradas como enema a nuestra sociedad.
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