por: JOSÉ P. MONEGRO
Santo Domingo.-La mayor parte de la sangre en la lucha contra el narcotráfico la han derramado los países de América Latina, mientras que Estados Unidos ha ido sacando la violencia de sus calles con una velada política de “tolerancia” a la venta al detalle de algunas drogas en pequeñas porciones.
Varios estados han llegado a legalizar la marihuana con el sofisma de que es para “uso terapéutico”. Incluso en Washington y Colorado la legalización ha sido más amplia, limitando sus restricciones a las que se imponen al alcohol.
Estados Unidos ha obviado el esquema bélico para combatir el narcotráfico dentro de su territorio y ha preferido mudar la interdicción a los países productores o los de tránsito y utilizar métodos más “pacíficos” en sus calles.
El resultado le ha sido positivo y por eso ya forma parte del pasado la violencia en las esquinas de Nueva York, especialmente del Alto Manhattan o Harlem, que se escenificaban por el control de las esquinas para la comercialización de las drogas.
Lo mismo ha ocurrido en Miami, que durante muchos años era puerta de entrada a Estados Unidos de los grandes cargamentos de la droga producida en Suramérica.
América Latina empieza a mirarse en ese espejo y se pregunta si el camino bélico ha sido el adecuado en la lucha contra el narcotráfico.
Los europeos desde temprano vieron el tema de las drogas como un problema de salud pública, donde los adictos son tratados como pacientes y a los narcotraficantes como comercializadores de mercancías ilegales, como aquel que vende medicamentos falsos, adulterados o sin permiso.
Solo basta con recordar que Arturo del Tiempo, el español que se insertó en las altas esferas sociales dominicanas y al que hasta se le abrieron las cortinas del Palacio Nacional, cuando fue arrestado en España con 400 kilos de cocaína fue enjuiciado por violación a las leyes de salud pública.
América Latina empieza a mirar en esa dirección. México, Argentina, Brasil y Uruguay ya tienen legislaciones que despenalizan el consumo de drogas y comienzan a tratar este aspecto como un problema de salud pública.
Uruguay ha dado un paso más adelante y legalizó la comercialización de la marihuana (y por tanto también su producción), aunque imponiéndole controles por parte del Estado.
En la República Dominicana todavía la posesión para consumo se tiene como un tipo penal, que se condena con cárcel. Sin embargo, empiezan a surgir voces que plantean cambiar esa visión y tratar a los adictos como enfermos.
La despenalización del consumo de drogas convierte al drogodependiente en un enfermo, un adicto que requiere tratamiento médico en vez de ser tratado como un delincuente que tiene como destino la cárcel o la persecución policial.
La vigente Ley 50-88 sobre drogas presenta al drogodependiente como un enfermo, porque esa normativa fue concebida para penalizar el tránsito de narcóticos.
Acciones de países
Otros países de América Latina empiezan a concentrar los esfuerzos coercitivos contra los narcotraficantes y a despenalizar el consumo.
México, por ejemplo, puso en vigencia una ley que se ha constituido en un gran alivio para los adictos a las drogas, pues ya no serán perseguidos como criminales, sino que permitirá que el Estado los vea como pacientes que requieren ayuda especializada.
La legislación elimina las penas de prisión por la posesión de pequeñas cantidades de marihuana, cocaína e incluso heroína, LSD y metanfetaminas.
La legislación mexicana acentúa la tendencia en América Latina de tratar el consumo de drogas como un problema de salud pública, mientras que se incrementan las acciones contra el narcotráfico.
Despenalizado
Brasil y Argentina ya han eliminado las penas de cárcel para las personas que porten pequeñas cantidades de drogas para uso personal, aunque la posesión aún es considerada un delito en Brasil.
La Corte Suprema de Argentina descartó las sentencias de cárcel por posesión de marihuana, y las autoridades dicen que tienen pensado proponer una ley que mantenga a los consumidores de drogas fuera de los tribunales.
Colombia ha despenalizado la marihuana y la cocaína para uso personal, pero ha mantenido las penas en caso de consumo de otras drogas.
Las autoridades en esos países dicen que no están legalizando las drogas, sino simplemente trazando una línea que divida a los usuarios, los vendedores y los traficantes en medio de una intensa guerra contra el narco.
La ley mexicana endurece las penas por vender drogas, al tiempo que las relaja por usarlas.
La nueva ley mexicana requiere que las autoridades alienten a los consumidores de drogas a buscar tratamiento en lugar de ir a la cárcel.
El tratamiento es obligatorio para los que sean sorprendidos consumiendo enervantes por tercera vez.
Los partidarios del cambio mencionan el caso de Portugal, que en 2001 eliminó las penas de cárcel a las personas que tengan drogas para uso personal y a pesar de ello tiene uno de los índices más bajos de consumo de cocaína en Europa.
Uruguay da un paso arriesgado
Uruguay hizo historia la semana pasada cuando aprobó una ley para regular la producción, distribución y venta de marihuana, una medida única en el mundo y que ha generado polémicas, pues incluso Estados Unidos la ha criticado pese a ser el pionero en América en la legalización de su consumo.
Uruguay, de 3.3 millones de habitantes, se convierte en el primer país en legislar para legalizar la producción y venta de marihuana, aunque mantiene esos procesos bajo el control del Estado.
La ley permitirá a los mayores de 18 años el cultivo doméstico de hasta seis plantas de cannabis, con un máximo de 480 gramos de producción anual.
Además, se permite el cultivo en clubes de membresía con entre 15 y 45 socios (con un máximo de 99 plantas) y la venta en farmacias autorizadas de un máximo de 40 gramos al mes para cada comprador, que tendrá que anotarse previamente en un registro obligatorio.
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