Por: Edelvis García Herrera
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El antihaitianismo no es por los recuerdos de guerras y los degüellos del pasado. El rechazo a la negritud existía en nuestra clase dominante previo a esos hechos, pues en el siglo XIX, los que se creían blanquitos, ponían de frente el mestizaje, la hispanidad y el catolicismo de los dominicanos contra el africanismo y la negritud de los haitianos, calificándolos de “brujos”, “vagos”, un peligro de pérdida de la religión, de las “buenas costumbres”, así como el riesgo del “empobrecimiento de la raza”.
Tal valoración reflejaba el vacío de identidad entre los dominicanos, que en su afán de lucir blancos, el mulato se avergonzó de sus raíces africanas llegando a asimilar el racismo de los “blancos”, por lo que era común el “soy indio oscuro”, o “indio claro.
Los prejuicios raciales se reforzaron durante la dictadura trujillista; se insistía en exaltar el hispanismo y al indigenismo, llegando el tirano a usar el prestigio de Duarte para apoyarse en un nacionalismo racista y asesinar a millares de haitianos, creyendo los ignorantes que esa era un acción patriótica, y Trujillo, un prócer.
De nuevo, sectores conservadores de la extrema derecha deforman el pensamiento duartiano confundiendo y sirviendo a sus intereses, y llaman traidores (tal como calificó Santana a los Trinitarios) a personas buenas que se han jugado la vida por este país como Nuria, Huchi, Guillermo Moreno, Juan Bolívar, Serrano, y otros.
En esa fiebre del nazinalismo reaparece en Bonao Oscar S. Batista con un “duartianismo”; sin embargo, recordamos su servil apoyo a la multinacional Hispaniola en sus pretensiones de explotar la mina de El Higo en la Central; pero ni él ni su organización han asumido una actitud patriótica frente endeudamiento y la corrupción; o ante la tentativa de los gringos de establecerse en la Saona, ni ante contrato con la Barrick; pues parece ser que sólo lesiona la soberanía la inmigración haitiana.
Esos balagueronazitrujillistas, que odian a los pobres, tratan de ganar su espacio aprovechando el escaso nivel cultural de la sociedad, y presentan a un Duarte conservador, racista, cuando en realidad el Patricio sabía que las clases dominantes haitianas y dominicanas, las que explotaban a las dos naciones, eran las enemigas.
“Admiro al pueblo haitiano; -dijo Duarte diferenciando al oprimido de los verdugos-lo admiro porque conozco su historia. Ese pueblo ha luchado desesperadamente contra poderes excesivamente superiores y los ha vencido para salir de la triste condición de esclavo y constituirse en nación independiente. Le reconozco dos grandes virtudes: el amor a la libertad y el valor; pero los dominicanos tenemos que reivindicar nuestro honor, nuestro nombre y nuestra libertad.”
El Duarte liberal nos señala el camino, y no hay por qué seguir pasos de grupos conservadores que desvirtúan su pensamiento para mantener una nación postrada en la miseria espiritual y material; pues a esos mismos sectores Duarte los combatió.
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