Por David Frías Paulino
Hookah o narguile, artefacto exótico que sirve para consumir tabaco de la
manera más pasiva y elegante en ambientes oscuros y mediterráneos; pipa de agua
que lleva una herencia ancestral de los pueblos de Oriente Medio y el resto de
Asia; pero que por
desgracia ha caído en manos de la crápula más baja y deprimente de Occidente.
En Oriente eso es común, por eso en Siria, Afganistán, Turquía, Argelia, Nepal...; se ven familias musulmanas de diversas edades fumando
la hookah en el almuerzo, pues esa es su cultura; y la guardan celosamente desde
hace miles de años por el valor simbólico que representa; pero no es para aquí ciertas locas irresponsables se guillen y
subana las redes sociales fotografías de sus pequeñines intoxicándose por el
humo de una válvula que le pegan a la fuerza;y, peor, hasta le dan su trago de romo y cerveza.
El problema no es que aquí se fume hookah, si no que algo que debió quedarse
en bares de gente culta, o de cierto impacto social, vino a alojarse en los
callejones, las discotecas barriales y las plazas del populacho para
convertirse en marca-región de gentecilla de escaso nivel mental, gramatical e
intelectual, quienes ostentan una vida vandálica del dinero sin sacrificios, la
gorra hacia atrás al igual que sus ideas, los pantalones caídos, y un insípido “dembow” a todo volumen desde
sus bocinas instaladas a vehículos que recorren las calles haciendo gala de su
grotesco estilo.
A veces creo que me quedaré ciego, vomitaré o tendré pesadillas, cuando veo
las fotos de chicas bebiendo lavagallo, abrazándose con chopos y jalando tutifruty
desde una manguera, para luego escupir en forma de vapor o círculo aquella cosa
blanca y espesa que decidieron no tragarse por el bien de sus pulmones.
Dichosos y bienaventurados somos que
a los talibanes locos del ISIS no les ha dado con invadir un suburbio
dominicano y derribar a puros mandarriazos sus “drinks” y equipos musicales tal
como lo hicieron con estatuas de las antiguas civilizaciones, pues cada vez que
la chopocracia hace un sinnúmero de muecas, estupideces y escriben notas “k c
e$criven hAciiimi$mO” con una “juka” entre sus manos, es un sacrilegio
blasfemo en perjuicio de las tradiciones de los antiguos profetas mahometanos.
Recuerdo que en el 2013 la Cámara de Diputados aprobó un proyecto que prohíbe
el uso público de la hookah; y no de los argumentos es que la Organización Mundial para la Salud y otras dependencias similares, expresan que el uso o abuso de este objeto puede causar
papiloma y herpes labial tras ser compartido entre múltiples personas más la
concentración de alquitrán y monóxido de carbono en la sangre. Además, muchos
aromatizan el humo con zumo, vino y licor en sustitución de la base de agua, lo
cual podría degenerar en edema pulmonar a corto plazo, más el uso recreativo
que le dan a ciertas drogas como el crack, la salvia divino rium y la
marihuana.
Sin embargo, como la anarquía está enquistada en el modus vivendi de la
gran mayoría, aquí se comercializa, se
exhibe y se usa sin que se tomen medidas y queden impunes quienes transgreden
la ley.
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