Por Pedro Romero Confesor
Todavía conservo en mi memoria la
tarde de un viernes que calculo en 1959, que una vez en casa de mi padre de
crianza Dr. Pablo Confesor regresando de Ciudad Trujillo, hoy Santo Domingo,
fui informado de que entre las expedicionarios provenientes de Cuba, llegados a
Constanza, se encontraba un bonaero que no sabían quién era. Momento después,
mi tío me encargó asistir en su representación al día siguiente a la actividad
en el Partido Dominicano a que había sido invitado. Asistí a la hora indicada,
siete en punto de la noche, y minutos después hizo su entrada y nos pusimos
todos de pies, el General J. Arismendy Trujillo que ocupó la presidencia del
acto a cuyos lados estaban el Presidente del Partido, Don César Ares Maldonado
y demás autoridades, en medio de un silencio absoluto.
Inmediatamente después, la Banda
Municipal de Música interpretó el Himno Nacional. Terminado, subió a la tribuna
el General Trujillo, que fue el único orador oficial y señaló que rebeldes
comunistas provenientes de la Cuba de Fidel Castro, habían invadido el país por
varios sitios, incluyendo las lomas de Constanza y que entre los cuales se
encontraba Mayobanex Vargas. Muchos nos sorprendimos. Entonces intervinieron en
protesta varios oradores, entre ellos, un hermano – no recuerdo cuál- del
propio Mayobanex, pronunciándose en el mismo tenor, supongo que evitando la
persecución de él y su familia.
En Bonao se supo, que su padre
Don Negrito Vargas había ido a casa del General, que éste lo había recibido y
prometido salvar la vida de su hijo al tiempo en que lo mandó a buscar a la
casa que su mencionado padre tenía en su finca de los Guásaros, ubicada en las
estribaciones de la montaña de Blanco con Don Amadeo Pellice y con Jacobo
Jorge, esposo de una hermana de la esposa de Petán y que una vez en la ciudad fue
recibido por éste en Villa Olga, su oficina en Bonao, y enviado a Constanza al
Comandante militar que dirigía las tropas del ejército, General Santo Mélido
Marte.
Después, luego de remitido a la
Jefatura de la Aviación Militar Dominicana en San Isidro, de donde fue
trasladado a la cárcel de La Victoria, a donde Críspulo Genao Piña y quien esto
escribe fuimos a verlo. Una vez allí, un oficial nos recibió, le entregamos la
cédula y la palmita e identificados formalmente nos permitió – sacado de la
celda- ir a verlo. Se sorprendió por el peligro que esto implicaba.
Aprovechamos y le preguntamos todo: desde cómo salió del país -tan difícil en
la época- hasta los pormenores de su viaje a Cuba. Nos dijo, que el Dr. Marino
López instrumentó como Notario Público, el acto en que Don Amable Vargas, su
pariente cercano, le firmó como garante al Consulado de que no sería carga para
el gobierno de los Estados Unidos. Así obtuvo la visa y salió para Miami de
donde pocos días después voló a New York, donde su tía Aniana Vargas lo
recibió, se lo llevó donde vivía y lo presentó a la principal agrupación local
antitrujillista a la que se incorporó.
Ganada la confianza y llenadas
las formalidades por el grupo, poco tiempo después Cubana de Aviación los
condujo a Cuba, en cuyas montañas de Pinar del Río recibió fuerte
entrenamiento, para de ahí meses después ponerlo en práctica en la de
Constanza, disputándose entrambas en cuál de las dos pasó más hambre y más
trabajo aunque en las de Constanza, rodeado de guardias entrenados que lo
perseguían fue peor, en razón de que si no perdió la vida, fue porque gran
parte de las montañas las conocía. El espacio de que dispongo no me permite
narrar todo lo que nos dijo.
Regresó a casa de sus padres
donde acudió a saludarle casi todo Bonao y a su campo donde llevó una vida
tranquila. Cuando asumió el profesor Juan Bosch la presidencia de la República
lo nombró Cónsul en Aruba. A la caída de éste volvió a Bonao donde años
después, tras “Los Doce Años”, siendo yo Consultor Jurídico del Poder Ejecutivo
fui a visitarlo; observé que no vivía en condiciones adecuadas de lo cual
informé al Presidente Balaguer. Aunque no lo suficiente, su condición mejoró.
Muy enamorado como lo fue
siempre, conquistó a la joven Ramona Gutiérrez, ahora Magistrada, con la cual
procreó tres hijos, dos hembras y un varón, de los cuales tengo el honor de ser
padrino de bautizo; pero hay un momento que resultó muy doloroso para mí, como
lo es todavía. Recibí una invitación del Honorable Ayuntamiento Municipal de
Bonao para que asistiera al acto del 30 de octubre de 2003, en que el Consejo
Edilicio inauguraba el Monumento en honor a los Héroes de Bonao que se habían
destacado en la lucha que el país sostuvo en contra de Trujillo y de su
régimen. Cuando llegaba a mi pueblo, pasé primero que nada por el monumento, vi
quienes eran los homenajeados y mi sorpresa fue que no estaba el nombre de
Mayobanex. Incómodo salí directo a casa de éste, que vivía en la Urbanización
Nicolás Concepción para saber cómo se sentía con ese hecho y pretender hacerle
una manifestación de desagravio. “Compadre- me dijo- no le haga caso, mi lucha
no fue para eso”. No asistí al acto. Suerte que ahora el Honorable Presidente
de la República, Lic. Danilo Medina, a su muerte declaró mediante Decreto del
Poder Ejecutivo, tres días de Duelo Nacional, la Academia Dominicana de la
Historia, la Fundación de Héroes de Constanza, Maimón y Estero Hondo, igual que
otras instituciones cívicas del país le rindieron máximos honores, lo que no
libera al Ayuntamiento del Municipio que lo vio nacer de tener la nobleza de
colocar su nombre en el sitio de mayor relieve del citado monumento, como forma
de resarcir esa falta incalificable.
Cuando en su último internamiento
fui con mi esposa a visitarlo en su lecho de enfermo, contento cuando nos vio,
dijo que nos esperaba.
Habló tanto, que una de los
médicos que lo atendía lo mandó a permanecer callado aunque siguió. Me expresó
que no me preocupara, que ese cáncer no lo vencería. Nos fuimos y supe después
que a mediados de semana lo visitó el Obispo Monseñor Camilo y lo confesó. Al
día siguiente ya en la madrugada, un infarto fulminante lo encontró dormido.
Que descanse en paz. Fuente Periódico Hoy
13-01-2017
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