Es importante que tanto padres como hijos incorporen
a su vida diaria unas adecuadas pautas de uso de este bien “finito”
Más del 80% de las aguas residuales generadas en el
mundo vuelve a ser “vertida” al ecosistema sin ningún tipo de tratamiento ni
reutilización. 1.800 millones de personas utilizan una fuente de agua para el
consumo contaminada por heces, con el consiguiente riesgo de contraer
enfermedades como el cólera, la disentería, la fiebre tifoidea o la
poliomielitis. Esta situación de insalubridad causa casi un millón de muertes
al año. Naciones Unidas quiere llamar la atención sobre la problemática de las
aguas residuales convirtiendo este tema en eje central de la celebración del Día
Mundial del Agua 2017, que tiene lugar hoy 22 de marzo, bajo el lema: “Aguas
residuales, ¿por qué desperdiciar agua?”.
En España, cerca del 80% del agua es consumida por la
agricultura, el abastecimiento urbano representa un 14% y el resto corresponde
a consumo industrial. Miguel Ángel García Rubio, investigador del Instituto
Universitario del Agua de la Universidad de Granada, señala que, aunque en el ámbito
urbano existe cierta conciencia de la escasez de este recurso y de la necesidad
de su conservación, “el marco institucional no es muy propicio para que desde
el entorno familiar se tomen medidas de conservación de este bien”. Según García
Rubio, “no se trata solo de realizar campañas de sensibilización, sino de
apoyar económicamente a las familias para que puedan adquirir sistemas de
reducción de consumo: perlizadores, cisternas de doble descarga, electrodomésticos
ahorradores… o incluso sistemas de reutilización de aguas residuales,
procedentes de lavabos y duchas, para que puedan ser utilizadas en el inodoro”.
El Canal de Isabel II de Madrid destaca que la
población debe ser consciente de la importancia que tiene el agua dulce y
defender su sostenibilidad. Por ello, reitera que es necesario seguir
trabajando para “hacer comprender a las personas que sus pequeños gestos son
importantísimos para la naturaleza: regar las plantas con el agua sobrante de
la comida; no dejar correr el grifo para que salga fría, sino enfriarla en la
nevera; no utilizar el váter como si fuera una papelera o poner el lavavajillas
lleno. Son gestos que ayudan, y mucho, a conservar nuestras masas de agua y la
flora y la fauna asociadas a ellas”. Y, sobre todo, indica el Canal de Isabel
II, “inculcar estos valores en los más pequeños es garantía de éxito para el
futuro”.
Un futuro, el del agua, sobre el que la sociedad debe
tomar conciencia si queremos mantener su sostenibilidad, desterrando la idea de
que es un residuo en lugar en un recurso limitado. Rafael Mujeriego, presidente
de la Asociación Española de Reutilización Sostenible del Agua (ASERSA),
comenta que “el objetivo de la depuración es devolver a las aguas usadas una
calidad lo más próxima posible a la que tenían cuando fueron captadas del medio
natural y luego potabilizadas y abastecidas a los usuarios urbanos”. Este
proceso de separación se enfrenta a una serie de desafíos.
El presidente de ASERSA insiste en que cuando
exploramos visualmente los fregaderos, armarios o botiquines de muchas
viviendas, se identifican dos de las fuentes de contaminación domésticas más
importantes. Según Mujeriego, “los productos orgánicos sintéticos como antibióticos
u otros fármacos, productos de higiene personal, disolventes de pintura,
productos de limpieza y los plaguicidas de uso doméstico, forman parte de las
sustancias más difíciles de depurar, lo que las hace más persistentes, además
de su carácter intrínsecamente tóxico para la fauna y la flora acuáticas y
terrestres”. Por el contrario, continua Mujeriego, “los desechos más comunes de
nuestra actividad, como los generados durante la preparación de alimentos o
nuestras propias excreciones sólidas y líquidas, son los más fáciles de depurar”.
Fuente El País
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