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Cruz, catalogado un virtuoso de la trompera, expiró a
causa de un paro respiratorio fruto de graves problemas de salud que venía
confrontando por un cáncer pulmonar.
A la hora de su muerte atravesaba una situación muy
deplorable y prácticamente desamparado, con reclamos constantes de amigos y
allegados que le insistían someterse a un programa de rehabilitación tras
largos años atrapado en el vicio de las drogas, del que no pudo salir jamás
después de caer.
Recientemente había sido ingresado a la clínica Dr. Cruz
Jiminián, en el sector de Cristo Rey, para un proceso de desintoxicación y
cura, pero Fermín Cruz abandonó el recinto médico, se dijo.
Con 61 años de edad a la hora de su muerte, Cruz deja
un legado musical que perdurará por mucho tiempo, ya que es dueño del sonido de
la trompera de gran proporción de las grabaciones de merengues que se
escucharon en las décadas del 80 y 90.
Su capacidad y destreza musical eran tales que sus
grabaciones traspasaron fronteras, siendo contratado por agrupaciones internacionales
para poner su seño musical en los metales.
Llegó a formar parte de las principales agrupaciones
musicales en el país, como Wilfrido Vargas, Juan Luis Guerra, Ramón Orlando y
Orquesta Internacional, Aramis Camilo, Los Hermanos Rosario, Alex Bueno, Los
Hijos del Rey, Fernando Villalona, La
Coco Band, Orquesta Joven, Yarumba y otras.
Pero Fermín
Cruz era más demandado para grabaciones y por eso dejó el sello de su
sonido musical en una infinidad de temas musicales de orquestas a las que él
nunca perteneció.
Al ejecutar la trompeta poseía un estilo
inconfundible de su sonido e interpretación, impregnando cada tema con su
sello, fuerza, afinación impecable, tempo, y de su monumental técnica.
El saxofonista Juan Colón escribió hace un tiempo sobre
Fermín Cruz que “grandes trompetistas de otros países que incursionaban en la
grabación de merengue tuvieron que imitar su estilo, aun desconociendo su
procedencia, solo intuían en este genial intérprete a un virtuoso”.
Y agregaba “si escuchamos las grabaciones de los más
prestigiosos merengueros nuestros desde 1980-1994 más o menos escucharan el
majestuoso sonido de nuestro querido Fermín. Un sonido penetrante, lleno de
fuerza, y al mismo tiempo dulce, todo una amalgama de virtudes en su discurso
musical que hacia suspirar a todos los instrumentistas que lo escuchaban”.
Fuente El Nuevo Diario
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