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La Vega: ¿un chin más avanzado que Bonao, o el germen de la división?



Por: Edelvis García HERRERA

Según nos dice el historiador vegano Guido Despradel,  “durante  la ocupación haitiana la  ciudad de La Vega  tuvo algunas  primicias, teniendo la suerte de que el gobernador  Placide le Brun,  considerado como un protector, echó las bases de su urbanización construyendo un palacio municipal,  puentes, plaza de armas, parques  y negocios.
Mas tras la Independencia, siendo La Vega una de las primeras provincias, el país seguía atrasado, sin infraestructura, sin industrias; sin créditos y sin burgueses, y es en medio esas  precariedades, que se “avanzaba” material y culturalmente, si la comparamos con otras “ciudades”.
En ese sentido,  las condiciones climáticas, el tipo de gente, bien unida,  y el ambiente social, atrajeron personalidades muy ingeniosas como Ramón Suárez, de las regiones algodoneras estadounidenses; hombre trabajador que instaló un taller de zapatería, hojalatería y una fábrica de rones llamado Duque Tiburón. Llegó también  el francés Monsieur Deschamps, dejando una fortuna a su ex esposa  Juana Quiroz, y a su hijo Pedro Deschamps, quien de la Vega y Santiago,  pasaría a Bonao en 1864.
En La Vega  se establecen los padres de Juan Bosch, y nace ese gran escritor y político; también llega el novelista cubano García Godoy;  y se arraigan los Moya,  los Guzmán, de gran prestigio  social, no sólo en esa comunidad, sino en todo el país.
En 1887 se inauguró un ferrocarril de Sánchez a La Vega, lo que significó una avalancha  de inversionistas extranjeros, y hasta las tierras baldías y cercanas a los rieles, se convirtieron en productivas; pero en  Bonao, fue apenas en 1922 cuando se produjo algún dinamismo comercial, al  construirse la autopista Duarte, que atrajo a los Pellice, Domenech, Khoury; a los Regús, a los Guzmán y a los  chinos Lee.
Todavía en 1930,   Bonao casi no tenía calles; un pueblo lluvioso, fangoso,  atacado por el paludismo y la viruela;  y que  enfrascado en grandes pasiones políticas,  no se unificaba para identificar sus grandes males y enfrentarlos, de ahí que el  historiador Francisco Ant. Batista dijera: “Cuando en 1880 el gobernador de La Vega ordenó instalar las artes y los oficios en Cotuí, Jarabacoa y Bonao, aquí fue imposible;  no se pudieron formar comisiones y tampoco existían maestros para enseñar”; y señala que “a pesar de que en 1918 existió  un Distrito Escolar,  sólo se daban cursos elementales”, distinto a los pueblos señalados arriba, donde  se llegaba hasta octavo grado.
Fue apenas en 1941 cuando aquí se inauguró el primer liceo, el Luisa Erciná Chevalier, y antes de eso era necesario salir de Bonao para cursar el bachillerato, por lo que  muchas familias enviaban a sus hijos a Santo Domingo, La Vega y Santiago, produciendo esto un  vacío de liderazgo,  ocupado  por el delincuente  Petán Trujillo.
Observamos que en los siglos XIX y XX, La Vega era ya una provincia, y Bonao  una común subestimada a la misma, un puesto militar, y después un municipio.  La Vega  iba pues conformando industriales, y favorecida por una mayor experiencia acumulada a través de los siglos,  y tras la desaparición de Trujillo, no se estancó sólo en ganadería, sino en fábricas de machetes, de embutidos, cervecerías, procesadoras de alimentos;  en sólidas universidades, institutos; en fin, una clase social más compactada que logró establecer  allí importantes instituciones y mayor calidad en los servicios.
Pero en  Bonao hay un gran potencial que podría superar o equipararse con La Vega, si se realizan  inversiones fuertes en la cultura,  producción y la industria,  y  logra  superar el caudillismo, el tigueraje, la división y las rivalidades.

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