Por: Lic. Roberto Genao Pérez
El domingo 1ro. de abril, al
enterarme con Pito Acevedo un día antes, lo mal que estaba Cecilio, decidí ir a
visitarlo con mi hijo Dalí Genao, encontrando en su lecho un hombre que
agonizaba, y pese a ello su hermana Pura que le atendía, le preguntó que si nos
conocía y nos reconoció, sin poder pronunciar palabras.
La congoja se apodero de nosotros
aprovechando mi hijo tener un recuerdo de él, cuando decidió tirarle una foto
en su celular que quedó como prueba de que le quedaban horas de vida. Y
efectivamente fue así, ya que al otro día lunes 02 de abril a la 5:00 a.m.
moría, tras padecer una larga enfermedad como el cáncer de pulmón, que ya le
había afectado la movilidad hasta quedar postrado en su lecho de muerte.
Estando ya enfermo Cecilio Molina
andaba por Bonao manteniéndose optimista siempre, contento, afable, conversador
y sin perder la lucidez, pese al mal que le aquejaba.
Los últimos dos años de su vida
se consagró al cristianismo visitando con frecuencia la Iglesia “La Catedral
del Pueblo” del Pastor Israel, donde participaba en el grupo musical de esa
congregación como panderista, y eso ni siquiera le valió para que durante el
sepelio se solidarizaran con él asistiendo a acompañarle.
En su enfermedad encontró la
solidaridad de amigos como Pito Acevedo que pedía para llevarle algo en su
tratamiento de Quimio y Radioterapia, que es costoso tanto en la Capital como
en Santiago. También ayudaron medios de comunicación de Bonao, amigos en el
exterior, médicos, así como el Ayuntamiento de Bonao, ya que tras ser Rey Momo
del Carnaval del 2017, comenzó a recibir una pequeña pensión de RD$5,000.00
pesos mensuales, que les sirvieron para comer y medicarse, en parte.
Le ayudaron otros como Gregorio
de la Cruz Mota y el Grupo de los Viejos de la Duarte de Jaquelin Jaquez.
Cecilio Molina fue un artista que
trabajó toda la vida por la cultura y el folklore, como bailarín, coreógrafo y
maestro de baile, tenía su grupo de baile en Bonao que llevaba su nombre y tuvo
muchas presentaciones.
Cecilio fue percusionista,
destacándose tocando la batería y otros instrumentos de ese renglón.
Siempre que hablábamos con él,
nos gustaba hacerlo en inglés y entablábamos conversación donde siempre era yo
el que tenía que aprender de él, ya que dominaba ese idioma casi a la perfección,
a pesar de ser autodidacta, destacándose por su gran léxico y una excelente
pronunciación.
Cecilio no fue un profesional
universitario por sus escasos recursos, pero era culto, amaba la lectura,
escuchaba la buena música, por lo que era un melómano del Jazz que le llaman
“la música de los músicos”.
Una persona pintoresca como
Cecilio Molina hará falta en Bonao por su contribución en la sociedad.
Se nos fue Cecilio Molina y ojala
que surjan otros como el, en esta sociedad actual que va progresivamente
perdiendo sus valores.
Que Dios le aguarde en el Cielo.
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