La respuesta a esta pregunta que casi todo el mundo
se ha hecho alguna vez está en las "preferencias" de la corriente eléctrica
por fluir de un lado a otro.
Por eso, el entramado de cables de alta tensión que a
menudo recorre de punta a punta los lugares que frecuentan les supone prácticamente
lo mismo que a nosotros un enorme parque lleno de banquitos sombreados en los que
descansar después de un largo paseo.
Sin embargo, a veces verlos posados alegremente sobre
ellos nos genera cierta intranquilidad, al pensar en la posibilidad de que
puedan electrocutarse. Pero es un nerviosismo innecesario; ya que,
afortunadamente, es algo que no suele ocurrir.
Hay quien piensa que esto se debe a que sus patas
tienen almohadillas protectoras que les aíslan de cualquier descarga eléctrica,
pero en realidad la razón es otra, relacionada con el modo en el que la
corriente fluye a través del cableado o de cualquier otro objeto que se
interponga en su camino.
Descansar sin descargas
La corriente eléctrica que circula por el interior de
los cables consta de electrones que fluyen siempre por el camino más sencillo
posible. Esto quiere decir que “prefieren” materiales conductores, que opongan
poca resistencia a su paso, como el cobre. Sin embargo, si este camino se rompe
buscarán una alternativa por la que seguir circulando. Por ejemplo, si el cable
se corta con unas tijeras metálicas ya no podrán seguir por él, pero pasarán
hacia las tijeras y desde ellas hasta la persona que las sostiene y después a
tierra. Además, tienden a pasar a zonas con diferente voltaje, de donde hay más
o donde hay menos, a causa de un fenómeno conocido como diferencia de potencial.
Ahora bien, ¿qué tiene todo esto que ver con las aves?
Cuando un pájaro se posa sobre un cable y la
electricidad llega hasta una de sus patas, los electrones tienen dos opciones: seguir
fluyendo a través del cobre, haciendo caso omiso al animal, o circular a través
de su cuerpo, de una pata a otra. El cuerpo del animal no es un buen conductor,
por lo que es mucho más sencillo seguir por el cable. Sería muy diferente si el
cable estuviese muy bajo y el pájaro pudiese tocar con otra parte del cuerpo el
suelo o si, por el contrario, dos cables estuviesen muy juntos, de modo que
pudiese apoyarse en uno y tocar el otro con las alas, por ejemplo.
En ese caso, su cuerpo serviría como camino corto
para que la corriente pase del cable al suelo o a otro cable de diferente
voltaje, existiendo en ambas opciones una diferencia de potencial que sí convertiría
al pobre pajarillo en una buena opción para ser atravesada por el flujo de
electrones.
Señala Hipertextual que este es precisamente el
motivo por el que los postes suelen ponerse suficientemente separados para que
ni siquiera los pájaros más grandes puedan tocar dos cables a la vez. De no ser
así, la búsqueda de descanso de rapaces y otras aves de gran envergadura podría
tener un triste desenlace
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