Por Amaury Polanco Aybar
En días
pasados, conversando informalmente con un amigo, esté hizo un comentario
aparentemente fue de lógica, pero me puso a pensar, ese y días subsiguientes,
que sus afirmaciones acerca del panorama político Dominicano actual no eran ni
tan irracionales ni peregrinas.
El pronosticaba que en un futuro no muy lejano, los
partidos políticos como tales, iban a desaparecer para dar paso a muchas
agrupaciones de índole puramente mercuriales con el lema de –“NOSOTROS NO
OFRECEMOS PARA MAÑANA, DAMOS AHORA Y EN EFECTIVO”-.
En
estos momentos, la actividad febril de los partidos mayoritarios, llegando casi
al clímax de las próximas votaciones en el 2020, se podría traducir como una
lucha sin cuartel entre los que están “subidos en el palo” y los que quieren
bajarlos así sea amarrándoles una cuerda al cinturón desde un tractor en
movimiento, aunque con ello se vayan al suelo sus pantalones. Esa, y no otra,
es la triste realidad de nuestro querido país.
No
hay nada más frustrante que escuchar a un sin número de gente que opina y hasta
asegura que quien va a ganar en el próximo torneo electoral será el que más
recursos disponga, o quien “soltará” de inmediato más billetes contantes y
sonantes sin importar que programa presente para el desarrollo de nuestro país,
el aspirante a la famosa “silla de alfileres”. Desgraciadamente se ha
institucionalizado en este país una tácita práctica que apunta al beneficio
personal de quien llega a una posición encumbrada, relegando a un segundo plano
las necesidades perentorias de los más desposeídos, que muchas veces por
ignorancia o inocencia, se dejan llevar por cantos de sirena de los habilidosos
y calculadores, cuya única meta es colocarse lo más cerca posible a las puertas
del poder.
Duele
sobremanera creer que esta situación tiene mucho de realidad: -“hay que
conquistar la meta, caiga quien caiga”-: una meta trazada por contendientes
hambrientos contra los muy satisfecho que enseñan sus afilados dientes en una
guerra de mezquinos intereses que nada tienen en común con el sufrimiento de
aquellos depauperados eternos y sin esperanza de un mejor futuro para ellos y
sus descendientes.
Para
los que estamos bien o medianamente informados, conocemos de primera mano, los
ingredientes del sancocho de “siete carnes” que se cuece en este periodo
crucial de la política Dominicana, y todo concluye en la desbocada carrera de
los intereses personales muy por encima de las necesidades reales que sufren
los empobrecidos por causa de los “vive bien”, que son capaces de cualquier
cosa por mantener su status de sonrojantes privilegios, estrujándoles en sus
caras a los que nada tienen, la imagen deslumbrante de sus progresos materiales.
El
resumen de lo expuesto anteriormente, tiene su basamento en las aspiraciones de
candidatos en las votaciones organizadas por los instrumentos legales de la
llamada democracia representativa y ganadores de la contienda en unos torneos
de dudosa representatividad popular. La familia, amigos y relacionados de los
premiados con altas posiciones de decisión, no lo inducen con sus consejos para
que resuelvan problemas a los necesitados, sino que:-“tu turno ha llegado, NO
SEAS PENDEJO-¡APROVECHALO! A Dios que reparta suerte….. Y Justicia.
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