El 20 de marzo huele a un nuevo florecer, la
naturaleza no lo decide y no se puede resistir, la transformación es
forzada por su proceso natural. Vuelve el equilibrio, concluye la etapa de obscuridad en la que estábamos inmersos.
Se hace la luz y salimos del cascarón. La fuerza de la primavera nos
inspira a crear lo nuevo. Nos proporciona el motor para realizar
nuestras metas. Su energía nos estimula y lanza hacia el emprendimiento
de nuevos proyectos.
No se trata de pedir deseos como en el invierno, ahora el objetivo son nuestras manos, es poner nuestra alma, corazón y las acciones correspondientes para alcanzar propósitos.
¿Qué necesitas para actualizar el presente? Revisemos un
poco: ¿cómo va la alimentación, nuestras relaciones con el mundo? ¿Nos
nutren los acompañantes de viaje? ¿Ofrezco al mundo lo que deseo
recibir? ¿Amo mi quehacer laboral? ¿Qué tal las finanzas? ¿Somos capaces
de disfrutar nuestra propia compañía?
Nuestra jornada es continua, cada minuto cuenta, ahora podría detenerse
el tiempo para nosotros, este es único momento que tenemos, mientras
llegamos a la meta y trabajamos por prever el futuro, procuremos una
despedida plena de experiencias que llenen el alma de la satisfacción de
lo vivido y logrado. ¿Nos reinventamos?
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