GUATEMALA._ Los guatemaltecos acuden este domingo a las urnas para elegir en segunda vuelta a su presidente y vicepresidente para los próximos cuatro años, entre dos opciones —una de izquierda y otra de derecha— que marcará el rumbo de la nación centroamericana.
La elección en segunda ronda será una de las más observadas en los últimos tiempos debido a las dificultades e injerencia judiciales que ha enfrentado el proceso y que han puesto en alerta no sólo a la ciudadanía del país, sino también a la comunidad internacional, que ha denunciado el riesgo que corre la democracia guatemalteca.
La elección será entre la ex primera dama Sandra Torres, que mutó desde el centro hasta la derecha y se convirtió en aliada del saliente y profundamente impopular presidente Alejandro Giammattei, y que realiza su tercer intento de alcanzar la presidencia. Su oponente, Bernardo Arévalo, con el Movimiento Semilla de izquierda progresista, se subió a la ola de resentimiento popular hacia la política tradicional. Arévalo alcanzó un sorprendente segundo lugar en la primera elección.
Las últimas encuestas muestran el hartazgo de la sociedad con los políticos tradicionales que bajo el clientelismo han llegado a gobernar de forma corrupta e impune, según los expertos, lo que ha debilitado el Estado de derecho e impuesto una percepción de desesperanza en la sociedad. Muestra de ello es que Arévalo, en su primera participación como candidato presidencial, lleva ventaja de más del doble contra Torres, en la preferencia del electorado.
La primera ronda de votaciones generales del 25 de junio transcurrió relativamente tranquila hasta que los resultados mostraron que Arévalo, que según las encuestas estaba fuera de los primeros siete lugares de preferencia, obtuvo el segundo lugar. Ese hartazgo de la sociedad con sus políticos, dicen analistas, fue lo que influyó para que los jóvenes, el mayor electorado de Arévalo, lo posicionaran hasta donde llegó.
Pero llegar a una segunda ronda electoral no iba a ser fácil. Los partidos perdedores e incluso la Unidad Nacional de la Esperanza que promueve a Torres se aliaron para presentar acciones legales y pedir así una segunda revisión de las actas que contenían el recuento de votos y que detuvo la oficialización de resultados. Al realizar la segunda revisión se confirmaron los resultados.
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