Por Prof. Rigoberto Paul
En el tiempo de Jesús existían diversos grupos
sociales; tales como: herodianos, samaritanos, saduceos, celotes, esenios,
fariseos entre otros. Como ocurre normalmente en todas las comunidades, también
en estos grupos se respiraba un ambiente piramidal: en la cúspide se sitúa la
aristocracia y a partir de ella, escalonadamente, el resto de la sociedad
estando por supuesto en último lugar los pobres y pecadores. Dos vocablos que
engloban a todos los grupos de marginados; opción preferencial de Jesús.
Hoy día, al menos en teoría y no sólo en lo círculos
cristianos, es fácil compartir la crítica que, según los evangelios, hace Jesús
del dinero y la riqueza, e incluso estar de acuerdo con las exigencias ético-sociales
que plantea su mensaje.
Lo difícil es
decir en su tiempo lo que Jesús dijo con tanta lucidez y contundencia, y vivir
en aquellas circunstancias, como él vivió, de una forma tan coherente con lo
que predicó.
De aquí la estructura del tema que nos ocupa en estos
momentos; tres factores:
Los ricos: éstos generalmente obedecen a los
criterios del mayor lucro, creyendo que cualquier medio se justifica para ellos.
La clase media: junto al gran comerciante que importa
las mercancías de lejos y las depositas en grandes almacenes, se halla el pequeño
comerciante que tiene su tienda en uno de sus
bazares.
Los Pobres: este término, no sólo hace alusión a la
carencia económica: “Bienaventurados los Pobres”. Esta bienaventuranza es la
que se ha prestado a más traducciones y tergiversaciones hasta hacerla perder
su sentido. Los pobres son predilectos
de Jesús y su defensa atraviesa La Sagrada Escritura desde el Génesis al
Apocalipsis.
Te invito, lector amigo, a que profundices más con la
Biblia estos factores en Jesús.
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*El autor fue Frailes Franciscano Capuchino.


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