Por E. García HERRERA
Hace días, mientras me desplazaba en medio del desorden; viendo las aceras tomadas por negocios, un policía, muy
humilde, me relató las peripecias que pasa al tener que conseguir el pasaje
para poder viajar tres veces a la semana de Bonao a la Capital.
El relato del agente, que se notaba con vocación de
servicio, lo escuchaba cuando le daba
una bola a su puesto de trabajo; percibiendo en él una
gran tristeza.
Porque ese muchacho
sabe de lo dictatorial, obsoleta,
represiva, corrupta y trujillista que es esa “institución policial en la que permanece
por necesidad, pues ofreciéndose allí un mísero salario y dominada por
mafias en las cúpulas, muy pocos jóvenes talentosos desearán “engancharse”,
quedando reservada así para el tigueraje, deseoso éste de portar un
cachafú en su cinto, alardear, tirotear enemigos y hasta delinquir.
Una institución
con un salario digno; con mejores
condiciones de vida, democrática y, que exija un perfil adecuado a los
aspirantes, sería la otra cara de la moneda; así, un caudal de bachilleres y universitarios
honestos, ingresarían a ella. Y digo honestos
porque como el raso del “salario cebolla”, los hay dentro, pero están desencantados.
Y no hay que ahondar mucho: si en la Policía operan
grupos de sicarios; cobradores de peajes producto de las drogas; jefes
policiales enriqueciéndose con las comisiones, se debe a que la clase política dominante
es beneficiaria de ese desorden, y por
lo tanto le interesa una entidad corrupta, servil, obediente, y permeada por el tráfico de influencia.
El caso de un
excremento humano conocido como Querido,
que provocó el traslado de la dotación completa de Puerto Plata tras “ofenderle”
su “novia”; o el del sobrino de Rosita Fadul, repartidor de insultos y patadas
nos dan ejemplos bien ilustrativos.
Por eso y les he reiterado a algunos
comunicadores de Bonao que piden un general mesías o salvador, “pa que arregle esta vaina”, que un comandante
por sí solo, no es solución, porque no se trata de figuras enviadas por el
Señor “Dios” de Israel
Esa figura
providencial, mesiánica propia del siglo XIX, de aquellos tiempos de Santana y
Báez; y época del caudillismo (¡diablos!) se arrastra hasta el día de hoy. Por
eso la gente cree en más en el “hombre” caudillo que resuelve, y no en las
instituciones, lo que demuestra un profundo atraso socio-político.
El asunto no es
sólo de un general; lo que pasa es que
es más fácil tocar un solo lado, y dejar intactos los resortes del poder, que tienen la influencia y el timón; ¿o es casualidad que algunos comunicadores,
lejos de criticar las dádivas y exigir el funcionamiento de las instituciones,
se las pasen dando coba al senador y al síndico?
Y es que este complicado pueblo, sembrado de Petancitos arrogantes, con una justicia colapsada, verá pasar muchos comandantes y
ninguno resolverá nada, pues no existe
la ética, la voluntad política
y la logística para enfrentar los males
de raíz…!De raíz!
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