Por Wander Santana
Irisneydi Camilo Bonifacio,
de 23 años, no sale del aturdimiento y el sentimiento de culpa que le provoca
saber que el papá de sus tres hijos es la persona acusada de la muerte de su
padre y de haber envenenado con unas empanadas a cuatro integrantes de su
familia en el municipio Bonao, provincia Monseñor Nouel.De acuerdo con el
relato de Irisneydi, el padre de sus hijos (uno de 10 meses y dos de 4 y 6
años), llamado Rafael Suriel, odiaba a su familia porque no querían que ellos
vivieran juntos, debido a los golpes y maltrato que éste supuestamente le daba
con frecuencia.
El último conflicto que
tuvieron ocurrió hace aproximadamente un mes y medio, cuando Irisneydi estaba
junto a su padre, Jesús Camilo Rosario (le decían Cándido), además de sus
hermanas, compartiendo en un colmado. Irisneydi dijo que ese día Suriel se presentó
al lugar y trató de golpearla, pero su padre intervino impidiendo la agresión.
Desde entonces ella regresó a vivir a su casa paterna y cree que en ese momento
Suriel comenzó a planificar su venganza: matarlos a todos con un veneno.
En la humilde casa de block
y techada de zinc que había construido con esfuerzo Cándido (era maestro
constructor), viven Carmen Bonifacio, de 42 años, quien es la madre de
Irisneydi, también residen en el lugar Yesaira, 22 años y Carmelina, de 21,
quien es madre de una niña de tres años llamada Cristal, que también vive con
ellos.
El pasado sábado a las 11:00
de la mañana, todos a excepción de Irisneydi, quien se encontraba trabajando en
una banca de lotería, estaban sentados en el pequeño patio trasero de la
vivienda conversando. Esperaban a que terminara de cocinarse el almuerzo.
Entonces un motoconcho llamado Francisco Aramis Quezada se estacionó frente a
la casa y llamó para que recibieran tres empanadas y un litro de refresco que
había llevado, pero asegura que desconocía que estaban envenenadas.
“Yo fui quien salió a
recibir lo que trajo porque me dijo que lo había mandado mi hermana Irisneydi,
entonces lo tomé y lo llevé al patio. Mi papá (Cándido) tenía hambre, porque
hacía poco que había llegado de trabajar y estaba sin comer. Se comió una
empanada y se tomó un vaso de refresco”, relata Yesaira.
Continuó diciendo que ella
le dio una mordida a una de las empanadas y no pudo tragarla, porque le sabía
amarga. Su hermana carmelina le dio una mordida, pero tampoco pudo tragarla,
sin embargo su hija de tres años sí comió.
“Estábamos diciendo que esas
empanadas estaban malas y que tenían un mal sabor, cuando mi papá comenzó a
decir que se sentía malo y se desmayó. Mi hermana y mi mamá dijeron que sentían
mareos y la niña comenzó a convulsionar. Yo sentía mucha comezón y me estaba
mareando, pero logré salir y pedir auxilio a los vecinos, quienes vinieron y
nos llevaron al hospital”, expresó Yesaira.
Al llegar al hospital fueron atendidos de inmediato, pero el señor Cándido, quien ingirió la mayor cantidad de los alimentos envenenados, no logró salvarse. Yesaira, Carmelina y Carmen respondieron bien al lavado gástrico al que fueron sometidas, mientras que la niña de tres años tuvo que ser trasladada el domingo pasado a la capital y la ingresaron en el Hospital Pediátrico Robert Reid Cabral, ayer aún permanecía interna.
“Nosotros estamos vivos de
milagro. Creo que Dios nos dio una oportunidad, y suerte fue que otros dos
niños que viven en la casa no comieron de eso. Ellos tenían la costumbre de
probar todo lo que mi papá comía”, dijo Yesaira, quien pidió justicia por el
hecho.
Motorista se enteró un día
después del hecho
Francisco Aramis Quezada, el
motoconchista que transportó las empanadas, se enteró de lo ocurrido el pasado
domingo en la mañana, un día después de que ocurrió el hecho. Fueron sus
compañeros quienes le informaron de lo ocurrido. Entonces se presentó a la
dotación policial de la zona, declaró ante las autoridades, quienes lo dejaron
detenido por varias horas y luego lo liberaron. Dijo que solo estaba cumpliendo
con su trabajo, que le pagaron RD$50 de pasaje y que pensaba comerse el envío
si no lo recibían.
Vecinos
dicen vieron al acusado vigilando
Algunos de los residentes en
el Barrio Lino Abreu, en Bonao, donde ocurrió el suceso, aseguraron que la
mañana del sábado vieron a Rafael Suriel merodeando los alrededores de la
residencia de la familia Camilo-Bonifacio, momento antes de que supuestamente
enviara las empanadas envenenadas. Luego de que el motoconchista se entregara y
dijera que Suriel, a quien le dicen El Flaco, le pagó el servicio para llevar
las empanadas, a Suriel lo apresaron. Se espera que en las próximas horas le
dicten medida de coerción.
El
Caribe
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